12 febrero 2014

Comentario al Evangelio de hoy, 12 febrero

Habla a la gente. Cuando tenemos un texto de Jesús importa, en primer lugar, saber a quienes se dirige. No es lo mismo que hable a los fariseos, que lo haga a los discípulos. En esta ocasión habla a todos, a un público amplio, así que estas enseñanzas van para nosotros también. Como tenemos oídos para oír, pues eso: lo que nos hace impuros no nos viene de fuera. Los peligros no están en el exterior. Lo que verdaderamente hace daño es lo que sale del corazón.

Habla a los discípulos, en casa. Ya hemos dicho que es importante saber a quién se dirige, en este caso a los discípulos. Y no hay que pasar por alto dónde lo hace: en la casa, el lugar de la cercanía y las confidencias. Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.
Un cuento mal contado para acabar. Dicen que una maestra  pidió a los niños de la clase que dibujaran en un folio el arma más destructiva que conocían. Los niños se pusieron a dibujar aviones, bombas, torpedos y metralletas. Todos menos una niña que se puso a dibujar un corazón. Cuando lo vio la maestra se acercó a ella con cuidado para preguntarle si había entendido lo que tenían que hacer. Claro que he entendido, dijo la niña. Y por qué dibujas eso, quiso saber la maestra. Espere a que lo pinte de negro, dijo la niña. Un corazón negro es el arma más destructiva que existe.
Óscar Romano, cmf

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