25 febrero 2014

Moniciones para el VIII Domingo del T.O 2 de marzo

MONICIÓN DE ENTRADA
Sed todos bienvenidos en este inicio de nuestra Eucaristía dedicada al Octavo Domingo del Tiempo Ordinario. Y si siempre os pedimos especial atención para las enseñanzas de Jesús de Nazaret, hoy quisiéramos que aumentarais vuestra disponibilidad para asumir la Palabra. El consejo que nos ofrecerá, dentro de unos momentos, Jesús de Nazaret, nos sirve para romper nuestra angustia, para no sufrir con lo que, realmente, no existe, como son el pasado y el futuro.
El pasado ya no está, el futuro no ha llegado. Iniciamos la Cuaresma enseguida. Este miércoles es ya de Ceniza. Y el Miércoles de Ceniza es pórtico y retablo donde comienza un tiempo alegre de conversión. Tengámoslo en cuenta.

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
1.- Es brevísimo el texto del Profeta Isaías que vamos a escuchar a continuación. Contiene poco más de un par de líneas del capítulo 49 de su libro. Pero son más que suficientes. Nos dice que Dios no nos olvidará nunca y concuerdan, dentro del lenguaje del amor, con el Evangelio de hoy.
S.- El Salmo 61 nos muestra como el salmista ha construido una plegaria de uso personal. Y expresa que Dios es la esperanza del pobre, aunque el mundo lo desprecie y lo humille. Descubre, además, que la zozobra y la angustia serán fácilmente vencidas por aquel que en Dios confía. La llegada del Dios Salvador marcará el inicio de nuestra felicidad.
2.- Terminamos hoy los domingos en que hemos leído fragmentos de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios. El Apóstol nos dice algo fundamental: que nosotros, como él, hemos conocido la salvación única y total que nos ofrece el Señor Jesús. Y que hemos de transmitir ese conocimiento a los demás para entregarles una sabiduría salvadora que sólo pertenece a Nuestro Señor Jesucristo.
3.- El fragmento del capítulo sexto del evangelista Mateo, que vamos a escuchar, es uno de los más bellos de toda la Escritura. Jesús de Nazaret nos enseña a poner toda nuestra confianza en Dios como hacen los lirios salvajes, o los pájaros del campo. Dios les da vestido y comida para subsistir. Nos da, pues, una receta infalible para destruir la angustia: solo pensar en el día de hoy porque, evidentemente, “cada día tiene su afán”.

Exhortación de despedida
Dios ha creado un entorno natural bellísimo. Pero el género humano lo destruye con su avaricia, envidia y deseos de enriquecernos. Ojalá que las palabras de Jesús de Nazaret, hoy, nos muestren el verdadero camino de nuestras vidas para aprovecharnos de la donación que Dios nos ha hecho.

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