08 marzo 2014

Taller de Oración 2º Domingo Cuaresma

TALLER DE ORACIÓN: DEJÉMONOS TRANSFIGURAR POR CRISTO
Por Julia Merodio
Como todos sabemos, el segundo domingo de cuaresma, la liturgia nos presenta el momento en que Jesús pide, a sus más allegados, que suban con Él al Monte de la Transfiguración, donde les mostrará su gloria.
Este hecho, junto con el de las tentaciones de Jesús en el desierto, se repite año tras año sin importar el ciclo en que nos encontremos; no es casual que la Iglesia quiera decirnos que prestemos atención, porque algo muy importante se nos trasmite en ellos. Pablo de Tarso, también tiene mucho que ver en todo esto, ya que él es llamado a renacer, a empezar una nueva vida, a ser transfigurado… y para ello, en un momento determinado de su existencia se le presenta el resplandor, la Luz que le mostrará la gloria de Dios.
También nosotros estamos llamados a renacer, a empezar una nueva vida en esta cuaresma. Abrámonos a esa luz de Dios, a esa majestad que su gloria produce en nosotros, a esa sorpresa que nos hace revivir, a ese poder del Señor que es capaz de realizar lo que, al ser humano, le es imposible.

EL CAMINO NO SIEMPRE ES FÁCIL
Vamos recorriendo el camino junto a Jesús. Un camino que no siempre es fácil. Hemos hablado de cambio, de compromiso, de renuncia, de entrega. La Iglesia nos invita a no desalentarnos. Todavía nos falta cubrir algunas etapas para llegar, a la Cruz Redentora, que preside toda nuestra existencia. Es San Juan, el que nos dice: “En Él hemos contemplado la gloria del Padre” (porque a Dios nadie lo ha visto nunca)
Esa gloria es un resplandor de Dios hacia fuera, hacia cada persona. Es, la gloria que se le manifiesta a Isaías cuando ve el resplandor de Dios. Es la gloria que se manifiesta en el Tabor, ante Jesús transfigurado. Porque esa gloria es lo nuclear, lo que tú y yo encontraremos si somos capaces de contemplar la grandeza de Dios, en Jesús, en el Hijo crucificado.
Esa gloria, es lo que le hace a Dios ser Dios entregado al ser humano por amor para transformarlo, también a él, para darle vida, para renacerlo.
La Transfiguración tanto para los apóstoles, como para cada uno de nosotros, es la fuerza que nos afianza en la fe, ante la pasión que se aproxima. Es la subida al monte, preparación para subir al Calvario. Es Cristo, cabeza de la Iglesia, que irradia y manifiesta la esperanza y la gloria entregada a cada persona por medio de los sacramentos.
PRESTEMOS ATENCIÓN A LA VOZ DEL PADRE
“Este es mi Hijo, el escogido; escuchadlo.” Todos quedaron llenos de admiración al escuchar la voz del Padre. ¡Cuánto se aleja este hecho de nuestra realidad! A nosotros nos resulta difícil oír esa Voz en medio de tanta palabra hueca e inútil por la que nos rodeamos. Nosotros hablamos y hablamos sin saber apenas lo que decimos. Nosotros hablamos para quedar bien, para impresionar a los demás, pero escuchar... eso es otra cosa, eso es algo que se aleja de nuestro alcance. Tenemos tanto hábito de hablar sin escuchar, que cuando nos acercamos a Dios no le dejamos intervenir.
Cómo vamos a escuchar la voz del Padre si sólo nos escuchamos a nosotros mismos. Los mensajes que nos retan, los tamizamos para que no nos exijan. Aceptamos, solamente, la voz de los que piensan como nosotros. Huimos de aquel grupo porque nos parece que solamente quiere darnos lecciones y creer saberlo todo...
Y nos incomoda que, Jesús, nos diga que también hoy, hay profetas y discípulos que merecen ser escuchados, porque, sabemos bien que detrás de ellos esta la voz del mismo Dios.
Por eso hoy se nos pide escuchar. Escuchar la voz del Padre, para que hagamos vida su Palabra. Escuchad como María, como Pablo, como los apóstoles después de Pentecostés… como tantos santos en la Iglesia, algunos bien cercanos a nosotros.
Y después saber interiorizarla y guardarla en su corazón, para hacerla vida, para ofrecerla hecha testimonio, a los demás.
Oigamos como hoy, se nos repite: “Escuchad las palabras de mi Hijo, porque siempre son palabras de amor”
TEXTO PARA LA LECTIO DIVINA: ROMANOS 8, 31 – 34
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por nosotros, ¿Cómo no nos dará todo con Él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo que murió, aún más resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?
ORANDO JUNTOS CON LA PALABRA DE DIOS
Posiblemente os resulte repetitivo que, todas las semanas, adjunte todos los pasos para la oración. Lo hago para facilitar a las personas que lleguen a la página por primera vez y para aquellas que quieran imprimirlo, porque así no tienen que estar buscando lo de semanas anteriores.
PRIMER PASO: INVITAR AL SEÑOR PARA QUE NOS ACOMPAÑE.
Si se ora en grupo, el animador –que puede ser cualquier persona del grupo- hará una oración invocando al Espíritu para que les ayude a interiorizar la Palabra de Dios; después puede dar paso a los demás para que se impliquen en la oración.
Si la Lectio se hace individualmente, también se hará la invocación al Espíritu. Para este primer momento, y por si puede servir de ayuda, os adjunto una oración:
  • Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir. Venciste las resistencias de mi corazón, como la luz vence la oscuridad de la noche. Me sedujiste, Señor y quiero entrar en un proceso de conversión.
  • --Quiero comprometerme contigo, para seguir mostrando, tu Reino, a los hermanos.
  • --Quiero re-entonar mi corazón, mejorar mi vida, fortalecer mi fe y preguntarme cada
  • día:
  • --¿Soy capaz de morir, un poco, a mí mismo, para que los demás vayan resucitando?
  • --¿Soy capaz de vivir en confianza sin deprimirme, ni acobardarme, sabiendo que Tú
  • eres mi victoria?
  • Ayúdame, Señor, a que no me olvide de que en Ti: vivo, me muevo y existo; para que pueda seguir repitiendo: Me sedujiste, Señor y me dejé seducir.

SEGUNDO PASO: LEEMOS EL TEXTO
Todos los participantes en el grupo deberán llevar la Biblia. El animador señala el capítulo y los versículos correspondientes y espera hasta que todos los hayan buscado. Después pide alguien del grupo que lea en voz alta y al acabar la lectura todos permanecen en silencio durante un rato.
TERCER PASO: NOS DETENEMOS EN EL TEXTO
Sin perder ese clima de silencio, los participantes van leyendo, en voz alta, una palabra o una frase que para ellos haya resultado importante o haya llamado su atención. Después de cada intervención se dejan unos instantes de silencio. Los participantes pueden repetir interiormente las palabras pronunciadas para que todo ello se vaya grabando en el interior.
Cuando esta forma de oración se repita varias veces observaremos que las palabras más corrientes empiezan a tener una relevancia importante.
Una vez que, haya pasado un tiempo prudencial, o ya no haya intervenciones se vuelve a leer el texto en voz alta y muy lentamente.
CUARTO PASO: GUARDAR SILENCIO
Una vez leído el texto, el animador invita a todos a permanecer en silencio e indica el tiempo que durará (tres o cuatro minutos) con el fin de prepararnos para meditar juntos la Palabra que se ha elegido.
QUINTO PASO: COMPARTIMOS LO QUE EL TEXTO NOS HA IDO DICIENDO
Se comparte espontáneamente lo que, la Palabra, nos dice al corazón. Procuraremos que hablen todos y se evitará divagar en temas ajenos al elegido.
La lectura, de la carta a los Romanos, que nos presenta este segundo domingo de cuaresma, nos llena de esperanza. Pablo, que ha sido encontrado por Cristo en el camino de Damasco sabe, como nadie, que Dios está con nosotros; que no nos abandona; por eso nos dice: si tenemos a Dios ¿qué puede faltarnos?
El problema radica en que, al mundo de hoy, le falta Dios; no quiere saber nada de Él. Dios es utilizado por interés y beneficio, sobre todo cuando se puede sacar dinero con ello.
No importa ridiculizarlo, ni mofarse de Él, de su enseñanza, de su criterio de su donación… siempre que en ello haya intereses a nuestro favor; incluso me atrevería a decir que, a veces en todo ello se vislumbra, un odio escondido, a todo lo religioso, como si Dios entorpeciese nuestra vida; y todo, ello con una insolencia tal, que se aplaude cualquier gesto que vaya en esta dirección.
Tengo que confesar que, estos ademanes me enervan, por eso me consuela tanto leer estos versículos de la carta a los Romanos: “Si Dios está con nosotros ¿quién estará contra nosotros?” Ciertamente Dios está con nosotros, con todos sin excepción y es tan cierto, que no duda ni escatima esfuerzos a la hora de entregar a su propio Hijo, su único Hijo para que nosotros gocemos de todos sus beneficios.
Pablo, con el ansia de Dios, que caracteriza a cuantos se han encontrado con Él de frente, nos dice: que Jesús es entregado a la muerte para salvarnos. Y en los versículos, de la carta a los Romanos, que se nos ofrecen hoy, lo plasma con estos interrogantes que paralizan: ¿Cómo no nos dará todo con Él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios?
Sonroja, un poco –por decirlo finamente- que nosotros “los elegidos de Dios” seamos acusados por nuestra abrupta conducta.
Bien sé que San Pablo nos dice con una certeza absoluta que Dios no condena; que Él murió por nosotros, para rescatarnos del pecado; pero, también sé que si somos los elegidos de Dios tenemos una responsabilidad: Resplandecer ante el mundo, salir transfigurados con Cristo y mostrar su gloria a los demás.
Pero ¿cómo lograrlo? No quedándonos tan a gusto en el monte, junto a Jesús Transfigurado gozando de su dicha, sino bajando a la vida donde nos esperan tantos retos que cumplir.
Acercándonos, en este momento concreto de la crisis a los que se han quedado sin trabajo; denunciando a los que ofrecen falsas promesas; a los que van perdiendo la confianza porque ven que nosotros, los cristianos, miramos para otro lado; a no dejar encerrado a Dios “en su templo” sino a salir con Él a cada rincón de nuestro mundo, para hacer frente a las desilusiones y desesperanzas de nuestros hermanos.
Y por fin, a silenciarnos para acoger, con el máximo respeto, el llanto de los desfavorecidos y empobrecidos de la tierra, sabiendo que Dios lanza su lamento por medio de los sufrimientos de todos ellos.
SEXTO PASO: OBSERVAMOS LO QUE EL SEÑOR NOS PIDE
En este momento se trata de ver la vida concreta de cada uno a la luz de la Buena Noticia. Se traerán al compartir las realidades de los presentes y se mirarán formas de actuar, llevando cuidado de no entrar en temas de discusión.
SÉPTIMO PASO: TERMINAREMOS ORANDO JUNTOS PARA DAR GRACIAS
El animador invita a todos a orar de forma espontánea; también se puede elegir para terminar: un canto, una oración por la paz, el padrenuestro cogidos de la mano… Y así se irá variando cada vez.

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