20 julio 2014

Guión Litúrgico 1. Domingo 27 julio

Domingo 17°durante el año

Introducción

Juan el Bautista vio pasar a Jesús y dijo a sus dos discípulos: ¡Ese es el Cordero de Dios venido a quitar los pecados del mundo! Los discípulos fueron detrás de Jesús y le preguntaron dónde vivía, “vengan –les dijo–, y lo verán”. Y se quedaron con él toda la tarde. ¡Habían descubierto el tesoro escondido que les cambió totalmente la vida! Hoy también nosotros venimos por ese tesoro infinito que es vivir por Cristo, con él y en él. Tratemos de poner en esto los cinco sentidos, para que también a nosotros nos cambie la vida. Cantemos...

Bienvenida y saludo inicial
¡Bienvenidos, hermanos! Que el Señor Jesús, el Verbo eterno de Dios, su Hijo infinitamente amado, el tesoro más preciado que el Padre del cielo envía a nuestro lado para enrique- cernos, que se hizo hombre para estar más cerca nuestro, hermanado con cada ser humano, que nos ama hasta el extremo de dar hasta la última gota de vida con tal de rescatarnos de la pobreza miserable del pecado esté ahora y siempre con cada uno de ustedes.
Acto penitencial

Que este Jesús bendito esté siempre con cada uno de nosotros a pesar de que no siempre valoramos la riqueza infinita de su amor.
– Padre Dios, que quieres para nosotros lo mejor y nos ofreces en tu Hijo Jesús lo más preciado de tu corazón, por las veces que, conscientes o sin darnos cuenta, menospreciamos tu infinito amor paternal. Señor, ten piedad de nosotros.
– Señor Jesús, que pasaste por este mundo desprendido de todo y no tenías dónde reclinar tu cabeza, que nunca olvidemos a nuestros pobres de hoy. Cristo, ten piedad de nosotros.
– Espíritu Santo, que nos enriqueces con tus siete dones para construir un mundo nuevo, a veces nos empecinamos en edificarlo sobre arena movediza y con paja y barro frágiles. Señor, ten piedad de nosotros.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros perdone nuestros pecados y nos dé la vida eterna. Amén.




Liturgia de la Palabra

Primera lectura (1Rey 3, 5-6a. 7-12): Salomón pide sólo sabiduría para gobernar, y Dios le da también lo que no había pedido, gloria y riquezas.
Salmo responsorial (Sal 118, 57. 72. 76-77. 127-130): ¡Cuánto amo tu ley, Señor!
Segunda lectura (Rom 8, 28-30): Pablo nos recuerda que Dios nos ama tanto que quiere que seamos como su Hijo Jesús, para tenernos junto a sí en la gloria del cielo.
Evangelio (Mt 13, 44-52): Con la pará- bola de los que venden todo por comprar el campo donde hay un tesoro o la más fina perla, Jesús nos enseña que vivir en Dios es la mayor riqueza apetecible.
Oraciones de los fieles

Vivir en Dios es la mayor riqueza, él es el tesoro insuperable al que podemos aspirar.
Digamos con confianza y fe: ¡Solo tú, Señor, mi Dios y mi todo!
Demos gracias al Señor que nos dio la vida y el don precioso del conocimiento y la fe. Por eso lo adoramos y alabamos siempre con toda nuestra fuerza.
Ayúdanos a no dejarnos encandilar por los bienes de este mundo. Ayúdanos a usarlos solamente como escalones útiles para subir hasta el cielo que nos tienes prometido.
Para que ahondando en el conocimiento de tu amor y tu verdad nos enamoremos de ti y de tus planes de salvación y vivamos ansiosos y esperanzados por tanta maravilla junta.

Para que al ver nuestra felicidad de vivir por ti, en ti y contigo y nuestras obras de fe y caridad, crean quienes perdieron la fe y vuelvan sobre sus pasos.
Que los que nos heredaron el tesoro de la fe rueguen al Señor para que la trasmitamos también a nuestros descendientes, pura, atrayente, activa en el amor, la justicia y la paz.
Oremos: Señor y Dios nuestro, verdadero y único tesoro que con toda fe nos empeñemos en conocerte más y más, para amarte con toda el alma y la vida, confiamos en tus promesas, que superan infinitamente cuanto podríamos imaginar. Tú, que vives y reinas por siempre. Amén.
Presentación de las ofrendas
Entreguémonos con todo amor a quien con infinito amor se nos da como el mayor tesoro y la más grande riqueza. Jesús convertirá este pan y vino en el sacramento de su Cuerpo y Sangre, así también, al recibirlo en la Comunión, nos convierta a su imagen y semejanza y nos haga testigos y dispensadores de su multiforme gracia en bien de nuestros hermanos. Cantemos...
Comunión
Así como al pan y vino que pre- sentamos sobre el altar Jesús los hizo su Cuerpo y Sangre, que ahora, al recibirlos en comunión, este bendito sacramento, tesoro escondido en nuestras misas y en el secreto del sagrario, nos transforme en otros cristos. Cantemos...

Despedida y bendición final
Por una hora, desentendidos de otras urgencias, vinimos a ganar tiempo y a enriquecernos con el incomparable tesoro de la palabra del Señor y del sacramento del Cuerpo y Sangre de Jesús, pero tengamos presen- te que volvemos al trajín diario llevando ese tesoro en recipientes muy frágiles, como escribía Pablo. Que los vientos en contra de las solicitaciones temporales y materiales no apaguen la luz del cirio pascual recibida en nuestro bautismo sino que crezca y se propague, y con ella iluminemos.
Que el Señor nos bendiga y nos proteja, tenga piedad y nos muestre su rostro, nos mire con amor y nos conceda su paz. Y que la bendición de Dios todopoderoso
Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y permanezca para siempre. Amén. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario