29 julio 2014

Moniciones 2. Domingo 3 de agosto. 18º del T.O.

Moniciones para el Décimo Octavo Domingo del Tiempo Ordinario
Ciclo A

Entrada

Las lecturas de hoy nos hacen pensar en las estadísticas y las imágenes patéticas de la realidad de la pobreza y del hambre en el mundo, en que a nosotros nos ha tocado vivir. Vivimos en un mundo donde tres cuartas partes de la población está infraalimentada y una gran parte de la misma es víctima del hambre, las enfermedades y la muerte prematura. Pidamos que el Redentor nos sacie, por nuestra participación en esta Eucaristía, con el pan de vida y nos haga más solidarios con todos los que padecen hambre en este mundo.




Primera lectura: Isaías 55, 1-3 (Dios alimenta gratuitamente a su pueblo)

En la primera lectura de hoy el profeta Isaías nos invita a buscar a Dios y a convertirse a Él. Esta invitación está expresada en la invitación a un banquete: agua, vino, leche, buena comida, platos sustanciosos, que nos serán ofrecidos gratuitamente. Lo único necesario para alcanzar esta abundancia de bienes es encaminarse hacia Dios, escuchar su voz y vivir atento a su voluntad.


Segunda lectura: Rom 8, 35.37-39 (Nada podrá apartarnos del amor de Dios)

Lo que ha hecho Jesucristo por la humanidad es expresión de un amor tan fuerte que nada ni podrá deshacerlo, escucharemos un texto de Pablo a los romanos, donde nos ofrece una lista de siete sufrimientos, muy actuales al hombre de hoy, el apóstol asegura que ninguno de ellos es suficientemente fuerte para separarnos del amor de Cristo, entonces: ¿quién podrá separarnos del amor de Cristo?


Tercera lectura: Mateo 14, 13-21 (Multiplicación de so panes y de los peces)

La Eucaristía es el pan de los tiempos mesiánicos. Las comidas de Jesús tienen mucha importancia en el Evangelio. Sus narraciones están llenas de contenido teológico. Eran el signo del pan imperecedero, del pan vivo, del pan que da la vida. Las palabras de Jesús en este texto de san Mateo: “tomó los panes, levantó los ojos al cielo, los bendijo y partiéndolos se los dio a sus discípulos; los discípulos se los dieron a la gente…”, son prácticamente las palabras de la institución de la Eucaristía, con el mandato incluido de llevar este pan, llevar a Cristo y cuanto Cristo significa al mundo entero.


Oraci¢n universal

A cada petición contestaremos: “Señor, danos siempre de ese pan”

Por los que han recibido la misión de anunciar el Evangelio del reino de Dios y de educar en la fe a los creyentes, roguemos al Señor.


Por todos los que han descubierto lo realmente importante en su vida y por ello han renunciado generosamente a todo lo demás, roguemos al Señor.


Por los que no se sienten capaces de optar por los bienes del reino de Dios, roguemos al Señor.


Por todos nosotros, llamados a descubrir el tesoro escondido, la perla de gran valor, y preferir sobre todo el reino de Dios, roguemos al Señor.



Exhortación Final(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 162)
Te bendecimos, Dios de los pobres y hambrientos del mundo,
porque Jesús se compadeció de la gente extenuada y famélica, 
y repartió en abundancia el pan del reino a los pobres. 
El invita también a su mesa eucarística a todos tus hijos, 
como hermanos que participan del mismo pan familiar.
Nosotros querernos celebrar dignamente la cena del Señor, 
con un corazón abierto al amor y la fraternidad universal,
compartiendo la fe, el pan y la vida con nuestros hermanos,
especialmente con los más pobres de bienes y derechos.
Danos, Señor, hambre del pan de vida que eres tú, 
y sáciala definitivamente en el banquete de tu reino.

Amén.

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