30 julio 2014

Orientaciones homilías 3 de agosto. 18º del T.O.

1.- POR UNO QUE DEMOS, JESÚS NOS DA CIEN Y LA VIDA ETERNA

Por Antonio García-Moreno

1.- ESCUCHADME Y VIVIRÉIS.- Para un país tan seco como Israel, el agua es, sin duda, un factor importantísimo, un don estimable en grado sumo. De ahí que con frecuencia entre a formar parte del lenguaje bíblico, de la predicación profética especialmente.

Hoy Dios se dirige a los que tienen sed. En el tiempo de calor y conociendo aquellas tierras, resulta fácil imaginarse ese estado de ánimo del que padece sed. Pero sería demasiado burdo interpretar esa sed en un sentido meramente material. El profeta habla de otra sed, la del alma. Esa sed que nos abrasa por dentro, que nos consume y no se sabe definir, pero sed que nos atormenta y nos angustia dolorosamente.


También los que no tenéis dinero, venid. Porque este agua no tiene precio, no se da a cambio de nada, se da sólo por amor, desinteresadamente... Oídlo, sedientos todos, acudid por el agua de la gracia. Un chorro de agua fresca y clara mojará nuestros labios quemados, nuestra boca seca. Y nuestra profunda sed, la sed del alma se calmará, plenamente.

Son palabras entrañables, palabras que se pronuncian en voz baja, al oído. Palabras llenas de cariño que envuelven nuestro espíritu, llenándolo de consuelo inefable, hondo, divino. Escuchadme y viviréis, dice el Señor... Sí, lo dice Él, Dios mismo, el que no miente, el que todo lo sabe, el que todo lo puede, el que ama de modo infinito y eterno.

Somos tontos, Señor. Y lo peor es que parece que sin remedio. Ya nos conoces. Perdemos horas y horas escuchando palabras de unos y otros. Cuánto tiempo escuchando sandeces, o al menos palabras que, comparadas con las tuyas, son vanas, incapaces de dar vida. Sería preciso que vinieras en persona para que nos hablaras directamente. Quizás así te escucharíamos y pudiéramos conseguir la vida que nos prometes.

Digo que quizá, porque en realidad también cuando tú hablaste cara a cara, hubo muchos que no quisieron escuchar, que se hicieron el sordo, prefiriendo, inexplicablemente, la muerte a la vida. Es suficiente con que nos aumentes la fe, hasta buscar por encima de todo, en la Iglesia que tú fundaste, el maravilloso eco de tu palabra.

2.- TESTIMONIO Y GENEROSIDAD.- Juan Bautista había terminado su carrera, había cumplido su misión de ser testigo de Cristo, avalando ese testimonio con su propia sangre. Aquello era su postrer anuncio y con su muerte anunciaba en cierto modo la muerte de Cristo, el testigo fiel del Padre, que rubricaría su vida de entrega con su muerte gloriosa en la cruz. Y recordemos que ese papel de testigos de Cristo, nos corresponde también a nosotros, a cuantos creemos en Él.

Nos lo dijo expresamente: "Seréis mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra". Por tanto, en medio del mundo, donde sea, donde Dios nos coloque en cada instante de nuestra vida, allí hemos de ser un clamor de su Buena Nueva con el testimonio claro y constante de una conducta intachable.

Jesús, nos dice el texto evangélico, se retiró a un lugar solitario y tranquilo. En otro momento nos aclara el Evangelio que el Señor pretendía que los suyos descansaran. Fueron como unas pequeñas vacaciones que el Maestro y los suyos gozaron. Sin embargo, fue un período corto ya que la gente le seguía por todas partes, ansiosas de escucharlo y de ser curados por él de sus enfermedades. La muchedumbre conocía cuánta compasión y ternura había en el corazón de Jesús de Nazaret. El texto evangélico nos dice, en efecto, que el Señor sintió lástima por aquella multitud.

Los consolaba con sus palabras, los curaba de sus dolencias y hasta les daba de comer, como en esta ocasión en que el Señor multiplica unos panes y unos peces, poniendo de manifiesto su divino poder... Bien poco eran cinco panes y dos peces. Pero era cuanto tenían y lo entregaron todo con esa generosidad tan propia de los pobres y los sencillos.

Entonces el milagro se produjo y pudieron comer todos, hasta saciarse y dejar de sobras doce cestos llenos. Es este un dato más que subraya la esplendidez de Cristo cuando el hombre se le entrega sin reservas. Por uno que demos, Jesús nos da cien y la vida eterna. Pensemos que el Señor no se deja ganar en generosidad. Por eso vale la pena dar y darse a Dios, persuadidos de que al final siempre saldremos ganando.

2.- SE PARTE Y SE REPARTE POR NOSOTROS

Por José María Martín OSA

1. - Gran contenido simbólico. La multiplicación de los panes es uno de los pocos episodios del evangelio recogido por los cuatro evangelistas. Mateo narra dos multiplicaciones de los panes en los capítulos 14 y 15 de su evangelio. Amabas son situadas en los alrededores del lago de Tiberíades, después de haber estado todo el día anunciando la Buena Noticia. La primera es la que escuchamos este domingo. En ella hay cinco panes y dos peces y sobran doce cestos al final: representan la misión encomendada a los doce apóstoles de predicar por todo el mundo. En la segunda multiplicación hay siete panes y dos peces, pero esta vez sobran siete cestos, representando a los siete diáconos, cuya misión es "servir" (diakonia es servicio en griego). Está claro que ambos relatos tienen un gran contenido simbólico.

2. -"Dadles vosotros de comer". La misión de Jesús es anunciar, pero también establecer y hacer posible la realidad del Reino. Antes de exponer el "signo", el evangelista nos dice que Jesús curó a toda clase de enfermos. Después decidió retirarse a un lugar tranquilo para descansar y orar. Es ésta una prueba de la necesidad de conjugar vida activa y contemplativa. Pero ante la urgencia de ver a la gente exhausta y agotada tuvo pena de ellos, a pesar de que sus discípulos le dicen que los despida. Jesús, una vez más, no se desentiende del sufrimiento humano y les dice a los suyos: "Dadles vosotros de comer". Este mandato de Jesús va también para nosotros, cristianos del siglo XXI. El hombre de hoy tiene hambre física, hambre de pan, pero también hambre de felicidad, hambre espiritual. Este es el gran problema de nuestro mundo, no las disquisiciones en las que a veces nos enfrascamos. La lacra del hambre es consecuencia de nuestro pecado, pues Dios ha puesto los bienes del mundo al servicio de todos, no de unos pocos. Nosotros podemos saciar el hambre, Jesús nos lo pide: "Dadles vosotros de comer".

3. - Este relato evangélico tiene un significado profundamente eucarístico. Se nota en la bendición que pronuncia y en el partir y repartir el pan. Después de alimentarse del "pan de la Palabra", la multitud se alimenta del "pan de la Eucaristía". El hambre de verdad y plenitud sólo puede saciarla Dios. La Eucaristía más que una obligación es una necesidad. Aquí venimos a saciar nuestra hambre, a celebrar nuestra fe, a saciarnos de los favores de Dios. Seríamos necios si no aprovecháramos este alimento que nos regala. Vivamos con intensidad cada gesto, cada palabra de la Eucaristía con actitudes sinceras de agradecimiento, alabanza, perdón, petición de ayuda y ofrecimiento de nuestra vida. ¿Hay algo más maravilloso en nuestro mundo? Salgamos de la Eucaristía gozosos, con el convencimiento de que nada ni nadie podrá apartarnos del amor de Dios, como escuchamos en la Carta a los Romanos. Y no nos reservemos para nosotros la gracia recibida. Son doce los cestos sobrantes, somos nosotros ahora los discípulos de Jesús, invitemos a todos a saborear y a vivir el gran don de la presencia de Dios entre nosotros.

3.- EL PODER RELIGIOSO Y SOCIAL DEL AMOR Y DE LA COMPASIÓN

Por Gabriel González del Estal

1.- Le dio lástima y curó a los enfermos. Empecemos diciendo que la justicia es un valor primero en la sociedad humana. Aunque yo no lo he comprobado estadísticamente, me atrevo a afirmar que en la Biblia aparecen más veces las palabras justo y justicia, que las palabras amor y compasión. Pero, después de haber dicho esto, me atrevo a afirmar ahora que sin amor y compasión nuestra sociedad irá de mal en peor. La pregunta entonces es esta: ¿es que puede haber verdadera justicia si no hay amor y compasión? Yo personalmente creo que no. La justicia bíblica, de hecho, no es sólo una justicia legal, sino, preferentemente, una justicia amorosa y compasiva. La justicia de nuestro Dios, del Dios encarnado en Jesucristo, es una justicia llena de amor y compasión. A Jesús de Nazaret le podemos llamar con toda justicia , precisamente porque tuvo un corazón compasivo y misericordioso. En la vida histórica de Jesús, sobre todo en su trato con los pobres y con los pecadores, es aún más visible y aparente su misericordia, que la justicia que establecían las leyes religiosas de su tiempo. Por eso, creo que ser buen discípulo de Jesús hoy es ser una persona que une siempre la justicia legal con la misericordia. Refiriéndonos, en concreto, al evangelio de este domingo, podemos afirmar con seguridad que si Jesús dio de comer a cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, lo hizo movido por su amor y su compasión, no por la justicia legal de aquel tiempo. Así lo dice, de hecho, el texto: “vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos”.

2.- Se acercaron los discípulos a decirle: estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: no hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. También los apóstoles hicieron lo que hicieron, por compasión: vieron que era ya muy tarde y que la multitud debería irse ya, si no querían quedarse ese día sin comer. Ellos pensaban en términos humanos y no veían otra solución más conveniente, para evitar que la gente pasara realmente hambre. Lo de darles ellos de comer ni siquiera se lo habían planteado, porque sencillamente era algo que les resultaba imposible hacer. La solución que Jesús les proponía ahora era una solución más divina que humana, una solución milagrosa. ¿Cuál es el mensaje que quieren trasmitirnos los evangelistas, cuando nos narran esta acción milagrosa de Jesús? Podemos ver en este relato una referencia clara a varios hechos: que Jesús es aún superior a Moisés, que les dio el maná en el desierto (Ex 16) y superior al profeta Eliseo cuando este con veinte panes dio de comer a cien hombres y aún sobró (2 Reyes 4). También parece clara la alusión a la eucaristía, o fracción del pan, tal como la celebraban en los primeros tiempos, cuando el pan compartido era suficiente para todos los hermanos de la comunidad cristiana, sin que nadie pasara necesidad. Quedémonos nosotros hoy con esto último: que cuando celebramos nuestras eucaristías lo hagamos con el propósito sincero de que nuestro pan, partido y compartido, sirva para saciar el hambre de las personas hambrientas. Así nos lo pide nuestro corazón compasivo.

3. ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? San Pablo les dice a los cristianos de Roma que a él nada, ni nadie, podrá apartarlo del amor de Cristo y que eso espera que les pase también a todos ellos. Este ejemplo de san Pablo debe servirnos también hoy a nosotros: por muchas crisis, problemas y dificultades que tengamos, pidamos a Dios que nada, ni nadie nos aparte del amor de Cristo. Es una buena oración, para rezarla con humildad y confianza, precisamente en este domingo en el que una gran parte de nuestra sociedad comienza las vacaciones de agosto.

4.- MIRAR CON LA MIRADA DE JESÚS Y ACTUAR CON SU AMOR

Por Pedro Juan Díaz

1.- En este primer domingo de agosto, Jesús actúa de manera parecida a como venís haciendo algunos de vosotros en este tiempo de vacación: busca un lugar tranquilo y apartado donde retirarse en soledad, sosiego y oración. No es de extrañar que eso mismo lo busquemos también nosotros, ya que el mismo Jesús sintió necesidad de ello. Buscamos “cargar las pilas” pero sin “desconectar” de Jesús y de la Eucaristía, que es lo que verdaderamente nos “recarga”.

2.- Y precisamente ese “no desconectar” de Dios es lo que hace que Jesús tenga que adaptar sus planes a la realidad, a lo que Dios nos va poniendo delante. La gente le sigue y cuando Jesús llega a la otra orilla, “vio el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos”. Y eso le llevó un largo rato, ya que dice el evangelio que “se hizo tarde”. Y los discípulos le piden que “despida a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer”. Pero los caminos de Jesús van por otro lado. Ve una buena ocasión para hacer “caridad”, pero también para que sus discípulos aprendan que con eso no se arregla el problema.

3.- Jesús está invitando a sus discípulos a que den de comer a los hambrientos: “dadles vosotros de comer”. Y lo hace Él con su ejemplo: “tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos”. Pero no se queda ahí, sino que invita a sus discípulos a que vean más allá, a que descubran a la persona que hay detrás del que viene a pedir alimentos, que la acompañen, que la quieran, que le vean a Él en ellos. La acción de Jesús con estas personas es integral y transformadora.

 4.- Hoy Jesús nos enseña, a los que tenemos el amor y la caridad hacia los hermanos como norma de vida, a mirarlos con sus ojos, a ponernos en su piel y a actuar como lo haría Jesús, o por lo menos, lo más parecido. Se trata de mirar con la mirada de Jesús y actuar con su amor. Porque la Buena Noticia de Jesús es para todos, no se reserva para unos cuantos, no es solo para los que están bien y no tienen problemas. Jesús decía aquello de “no necesitan médico los sanos, sino los enfermos; no he venido a los justos, sino a los pecadores”. Por eso la primera lectura es una invitación a acoger la salvación que Jesús da sin medida y a todos: “Oíd, sedientos todos, acudid por agua… venid, comprad trigo… escuchadme atentos y comeréis bien… inclinad el oído, venid a mí: escuchadme y viviréis… sellaré con vosotros alianza perpetua”.

 5.- Cuando venimos a la Eucaristía, encontramos ese lugar tranquilo y sosegado que Jesús buscaba que Él mismo nos ofrece, para encontrarnos con Él. Pero también la Eucaristía nos lleva a los hermanos, a los más pobres. Aquí escuchamos la invitación de Jesús: “dadles vosotros de comer”. Pero no solo del pan material, sino del Pan que da la Vida y que sacia nuestra hambre y nuestra sed, que es Jesucristo. Que Él sea para nosotros ese Pan que nos sostiene y nos ayuda, para que podamos nosotros también sostener y ayudar a otros.

5.- ¡DÍNOS TÚ, SEÑOR! ¡DÍNOS CÓMO SEÑOR!

Por Javier Leoz

1.- Cinco panes y dos peces, cuando hay fe y buena disposición para compartir, son suficientes para colmar y calmar las aspiraciones y las carencias de aquellos/as que llaman a nuestra puerta. Lo más fácil...escurrir el bulto. Lo más necesario y efectivo: hacer frente a tantas situaciones que son las nuevas caras y los nuevos rostros de hambre que caminan a nuestro lado.

¡DÍNOS SEÑOR! Dónde ir y a quien alimentar con nuestras presencias y palabras, con nuestros gestos y compromiso.

Los nombres y las calles donde multiplicar y hacer presente el pan y los peces de nuestra misericordia y delicadeza.

Los corazones solitarios necesitados de la masa y la harina que es el pan de nuestra compañía.

2.- ¡DÍNOS CÓMO! Permanecer atentos al sufrimiento humano sin necesidad de huir despavoridos en dirección contraria.

Compartir parte de nuestra riqueza sin, a continuación, mirar el vacío o la ansiedad que dejó en nuestros bolsillos.

Salir de nosotros mismos sin pensar que es de necios poner en la mesa de la fraternidad el pan fresco de cada mañana o las horas gratuitamente gastadas.

Cómo hacer posible ante los ojos del mundo la justicia cuando, cada día que pasa, parece utópico y poco menos que un imposible

¡DÍNOS SEÑOR! Una palabra ante la situación de la violencia, para poder llevar el pan de la PAZ

Una palabra ante el drama del egoísmo, para que podamos ofrecer los peces de la hermandad

Una palabra ante la enfermedad, para que inyectemos el pan de la solidaridad

3.- ¡DÍNOS CÓMO! Dar de comer a quien no pide precisamente tu pan, sino aquel otro que perece y que en esta vida caduca

Presentar el mensaje de tu vida, cuando hay tanta hartura de golosinas que embaucan, endulzan y malogran el paladar de la humanidad.

Trabajar, y no caer en ese empeño, para que la fuerza del hombre no esté en lo que aparentemente se multiplica sino en aquello que, por dentro, de verdad le enriquece y que en el mundo escasea.

¡DÍNOS TÚ, SEÑOR! ¡DÍNOS CÓMO SEÑOR! ¡Cómo con tan poco, pudiste Tú hacer tanto! ... cuando, nosotros con tanto, llegamos a tan poco.

6.- PAN PARA TODOS

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Romano Guardini afirma en su obra "El Señor" que la Redención pudo ser pacífica y más ajustada a las profecías de Isaías que como luego fue. Añade que hay un momento en que se inicia la resistencia a ultranza de las autoridades judías a la labor de pacífica y amorosa de Jesús. Él, entonces, responde con la reflexión cierta de que la religión oficial establecida impide el conocimiento autentico del Padre y la salvación de los hermanos. Y, tal vez, el primer punto de cambio hacia la violencia fue el sacrificio de San Juan Bautista a manos de Herodes.

2.- Cuando Jesús sabe de esa circunstancia se retira a orar a un sitio desierto y alejado. San Juan había sido admitido por todos y era considerado un auténtico profeta. Como tal no podía permitir a Herodes sus excesos. El mismo Herodes respetaba a Juan pero una oscura conspiración palaciega terminará con la vida del Bautista y con su cabeza en una bandeja de plata. Resulta muy atrayente pensar en la oración de Jesús tras la ejecución de Juan. La oración es dialogo con Dios y la plegaria del Salvador tendría que ser una conversación –es inimaginable en forma y en contenido para nosotros—con su Padre. Se verían ya los atisbos del "cambio de planes". En fin, esa posibilidad de un endurecimiento del pueblo judío que cambiase –a nivel humano—los planes redentores de Jesús es subyugante.

3.- El acto siguiente, tras el alejamiento para orar, es el banquete del pan multiplicado. Muchos ven en dicha multiplicación de peces y panes, el banquete mesiánico vaticinado por el profeta Isaías y que construye la nueva alianza. ¿Hay contradicción entre el endurecimiento de los coetáneos de Jesús que impide la Redención sin muerte y su interés del Salvador en seguir la profecía de Isaías? No, porque puede decirse que el Señor Jesús intenta el camino de la paz hasta que intuye, como hombre, que ya no es posible. A partir de ahí comienza a profetizar sobre su muerte en Jerusalén.

4.- El fragmento del capítulo 55 de Isaías, que leemos hoy, es una auténtica donación divina fuera de los planteamientos convencionales del hombre. No hace falta dinero para comprar comida, ni esta se agotará hasta que todo el mundo este saciado. Y esa comida –anticipo también referido a la Eucaristía—es el símbolo de la nueva alianza. Las características de dicha alianza las resumirá San Pablo en su Carta a los Romanos con la expresión más pura sobre la permanencia en el amor de Cristo. Ninguna dificultad nos alejará de ese amor porque es una acción directa de Dios. Y tras relatar los "problemas terrestres" –aflicción, angustia, hambre, espada, etc. —que no pueden borrarnos el amor de Dios, hace referencia a, también, las fuerzas más poderosas del mundo no terreno y espiritual –altura, profundidad, potencias, futuro—las cuales tampoco nos pueden apartar de ese amor a Dios. No habla San Pablo de otra cosa que del amor a Dios que es el resumen de toda la actividad posible del cristiano.

5.- La acción que mueve a Jesús a dar de comer a los cinco mil hombres es el amor. Tras curar a los enfermos los alimenta para que no caigan agotados. Hay pan para todos. Ojalá que nosotros fuéramos capaces de dar pan a todo el mundo y así terminar con el hambre y con la injusticia en el mundo. Se centra bien en este relato del capítulo catorce de San Mateo que el amor es parte de Dios y que sin amor no podremos construir el Reino. Jesús tiene cerca la experiencia amarga de la muerte de Juan Bautista pero no su disgusto --o incluso atisbo de desánimo-- no puede frenar su amor y su misericordia. Nosotros, hoy, vivimos un mundo complicado, duro y lleno de violencia. Sufrimos por ella. E, incluso, a veces nos retrae, pero no por eso debemos abandonar el ejercicio del amor. Amor a Dios y amor por nuestros hermanos. La atenuación de los problemas más acuciantes que tienen el prójimo es una forma práctica de amor. Tengámoslo en cuenta hoy muy especialmente con emigrantes, desempleados, pobres, marginados, tristes y angustiados que pasan cerca de nosotros. Hemos de darles pan y amor. A todos.

LA HOMILÍA MÁS JOVEN

GENEROSIDAD Y SOLIDARIDAD

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- Evidentemente, el hecho central de lo que nos cuenta el evangelio del presente domingo, es la multiplicación de los panes, como consecuencia de la generosidad del Señor. Ahora bien, dando por descontado lo anterior, me fijare, mis queridos jóvenes lectores, en algunos detalles, que también son interesantes.

2.- En primer lugar, Mateo nos presenta a un Jesús que al enterarse del ajusticiamiento de Juan, el que le había bautizado a Él y del que procedían algunos de sus discípulos, siente miedo. Sí, como todos nosotros lo sentimos algunas veces. El miedo es humano y el Maestro se hizo semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado. Miedo a ser encarcelado y miedo a morir, sentía Él. En nuestra turbación, motivada por lo que sea, no debemos sentirnos únicos. Debemos tener en cuenta que al aceptarlo nos acercamos a Jesús.

3.- Si grande fue la bondad del Señor al ofrecer alimento básico a aquella multitud, la cosa empezó por la pequeña generosidad de alguien que entregó todo lo que tenía. ¿Quién de nosotros está dispuesto a darlo todo, sin reservarse nada para sí mismo? ¿Y si hubiera dicho el chico: tengo hambre. Si os doy lo que tengo me quedaré sin nada y tampoco solucionará el problema de la muchedumbre? Pensando así, hubiera sido y actuado como una persona prudente, un ejemplar burgués. Pero el discípulo debe ser otra cosa y saber arriesgarse.

4.- Los discípulos colaboran. Podía el Señor decir a la gente: venid vosotros mismos a tomar el alimento que yo os proporciono. Acercaos que supongo que debéis tener hambre y me he dignado haceros un milagro, comed y agradecédmelo. Pero el Maestro ha venido a servir, no a buscar elogios. Además, no quiere hacer las cosas solo. Se fía de los suyos. Comparte primero la preocupación y después la labor generosa y ellos son voluntarios ejemplares, como tantos hoy lo son en oficinas de Caritas, hospitales o Cottolengos (son nombres que ahora se me ocurren, hay muchísimos más, afortunadamente).

5.- Acabado y satisfecho el pueblo, les dice que recojan las sobras. ¿A quién se le ocurre esto? ¿Qué van a hacer con ellas y en aquel sitio? Lo que hay en los cestos se entregará a otros menesterosos, hay que ser solidario, el Señor también lo es con las gentes, aunque las desconozca. Ahora sabemos mucho mejor que ellos las necesidades mundiales. Sabemos el efecto pernicioso de malgastar el agua limpia, pero dejamos abierto el grifo mucho rato. El globo terráqueo, todo él, es un conjunto coherente y solidario. Recordamos aquella graciosa sentencia de Edward Lorenz, meteorólogo americano: basta que una mariposa mueva sus alas en Tokio, para que se desate una tempestad en el Caribe (la cita no es textual) no obstante tiramos comida, no la acabamos, la abandonamos en el plato. Nos ofrecen un refresco y nos limitamos a beber la mitad de la lata, la otra la dejamos, es elegante este proceder, según dicen algunos. Y la elegancia puede más que la solidaridad.

6.- Un pequeño detalle nos lo aporta otro evangelista. El pan ofrecido y multiplicado, era de cebada, señal de que el chico era pobre. A diferencia de lo que pasa hoy en día, en tiempos bíblicos, tres medidas de este cereal, valían lo mismo que una de trigo. Era, pues, pobre y generoso, como deseo seáis vosotros, mis queridos jóvenes lectores.

6.- Os puede parecer una tontería lo que os voy a contar. Para que entre y se recuerde más el episodio, me gusta hacer pan de cebada de cuando en cuando. Compro harina, si la encuentro, o muelo el grano en uno simple de café. Ofrezco un trozo a cada uno de los presentes, para que sepan que gusto tenía el pan multiplicado. La experiencia ha gustado tanto a los habituales de misa del domingo, como en la misma universidad.

7.- Un apunte referente a la segunda lectura. Si la leéis de corrido e interpretáis el sentido al pie de la letra, os quedaréis tan tranquilos. Trasponed los términos y leed: aburguesamiento, vanidad, presumir, ser emprendedores y ambiciosos escalando puestos de prestigio y dominio, coleccionad títulos académicos y trofeos. Si el párrafo lo leéis así, con seguridad os veréis obligados a examinaros, reflexionar y cambiar de conducta.

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