23 febrero 2015

II Domingo de Cuaresma, 1 marzo: Guión Litúrgico 2


LITURGIA DEL DOMINGO 2º DE CUARESMA “B”

1 DE MARZO DE 2015
Liturgia de las Horas – Segunda Semana del Salterio-Cuaresma.


R I T O S    I N I C I A L E S

CANTO DE ENTRADA.
Tengo los ojos puestos en el Señor porque Él saca mis pies de la red.  Mírame, oh Dios y ten piedad de mí, que estoy sólo y afligido.  Mírame, oh Dios y ten piedad de mí, que estoy sólo y afligido.

Oigo en mi corazón: Buscad mi rostro.  Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

SALUDO Y MONICIÓN.

ACTO PENITENCIAL.

ORACIÓN COLECTA.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro del Génesis 22, 1-2. 9-13. 15-18.

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: “¡Abrahán!”
Él respondió: “Aquí me tienes.”
Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio, en uno de los montes que yo te indicaré.”
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.  Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: “¡Abrahán, Abrahán!”
Él contestó: “Aquí me tienes.”
El ángel le ordenó: “No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada.  Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.”
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza.  Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: “Juro por mí mismo –oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa.  Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas.  Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.”
     PALABRA DE DIOS

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 115.
Antífona: Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

Tenía fe, aun cuando dije: “¡Qué desgraciado soy!”  Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.


Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.  Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.

Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.   

SEGUNDA LECTURA. 
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 8, 31b-34.

Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? 
PALABRA DE DIOS

ANTES DEL EVANGELIO.
Canto: Convertíos y creed en el Evangelio.
Antífona: En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: “Este es mi hijo, el amado, Escuchadle”.

EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 9, 2-10.

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos.  Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.  Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.”
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: “Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.”
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: “No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.”
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de “resucitar de entre los muertos”.          
  PALABRA DEL SEÑOR

HOMILÍA.

CREDO.

ORACIÓN DE LOS FIELES.

LITURGIA EUCARÍSTICA

OFERTORIO.
Canto:
Yo no soy nada y del polvo nací, pero Tú me amas y moriste por mí. Ante la cruz sólo puedo exclamar: Tuyo soy, tuyo soy.

Toma, mi mano, te pido, toma, mis labios te amo, toma mi vida ¡oh Padre!, tuyo soy, tuyo soy.

Cuando de rodillas te miro, oh Jesús, veo tu grandeza y mi pequeñez. ¿Qué puedo darte yo? Sólo mi ser. Tuyo soy, tuyo soy.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

PREFACIO Y SANTO.

PLEGARIA EUCARÍSTICA.

RITO DE LA COMUNIÓN

PADRE NUESTRO.

RITO DE LA PAZ.

CORDERO DE DIOS.

COMUNIÓN.
Canto:
Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar; tu grande eterno amor quiero gozar.  Llena mi pobre ser, limpia mi corazón, hazme tu rostro ver, en la aflicción.

Mi pobre corazón inquieto está, por esta vida voy buscando paz.  Más sólo tú, Señor, la paz me puedes dar; cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.

Pasos inciertos doy, el sol se va, más si contigo estoy, no temo ya. Himnos de gratitud, alegre cantaré y fiel a Ti, Señor, siempre seré.

Día feliz veré, creyendo en Ti, en que yo habitaré, cerca de Ti.  Mi voz alabará, tu santo nombre allí y mi alma gozará, cerca de Ti.

Más cerca, oh Dios de Ti; más cerca sí, cuando la cruz, Señor, me lleve a Ti.  Si tiende al sol la flor, si el agua busca el mar, a Ti, mi sólo bien, he de buscar.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Señor, que bien se está aquí a tu lado.

Este es nuestro Tabor en el que te transfiguras en cada Eucaristía.

Cuando estamos contigo a solas, cuando hacemos silencio, cuando nos ponemos a tu escucha nos ocurre lo mismo que a Pedro, a Santiago y a Juan, que nos cambias del todo, sentimos que nuestra vida se transfigura porque tú nos pones en contacto con lo mejor de nosotros mismos.

Tú nos descansas del trajín cotidiano, nos impulsas a perdonar, nos reconcilias con nosotros mismos y nos acompañas a bajar de nuevo a la vida.

Nos dices que como a Ti, la cruz nos espera.  Que hemos de salir de nuestro adormecimiento y bienestar.  Que seguirte es duro, pero al final del camino, Tú nos esperas glorioso y resucitado.  Así, de esa manera, podremos con todo.

Gracias, Señor, por la fe y la esperanza que nos das.

ORACIÓN.

RITO DE CONCLUSIÓN.

BENDICIÓN Y DESPEDIDA.
Canto.
Dios es fiel: guarda siempre su Alianza; libra al pueblo de toda esclavitud.  Su Palabra resuena en los profetas, reclamando el bien y la virtud.

Pueblo en marcha por el desierto ardiente: horizontes de paz y libertad.  Asamblea de Dios, eterna fiesta; tierra nueva perenne heredad. 

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