25 agosto 2015

Domingo 30 agosto: Homilía

1. La salvación está al alcance de una manera de vivir las relaciones con Dios en directo y en su expresión de las relaciones con los demás: encuentro con la comunidad parroquial, reencuentro familiar, vuelta al colegio, vuelta al trabajo tocado de incertidumbre, vida política reclamando respuesta veraz y eficiente a las causas y consecuencias de la crisis…
“Ahora, Israel, escucha los mandatos… Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar”.
La experiencia de Israel: los MANDAMIENTOS = propuesta de vida que garantiza un vivir con sentido y con horizonte de futuro = vivir según los mandamientos es vivir tan humanamente como lo quiere Dios mismo.
La experiencia de Jesús de Nazaret, hombre judío fiel a Dios, detecta y denuncia dos tipos de desviación: el ritualismo y la moral farisaica, frente a la religión del amor y la moral de actitudes.
El ritualismo = prácticas de religión, sin poner en ello el corazón y la vida. Lamoral farisaica = moral de apariencia externa y de mínimos escatimados. En nuestro contexto: rezos y ritos sin convicción; ofrendas económicas o promesas, al margen del mandamiento del amor a Dios en el amor y respecto al prójimo; cumplir el “precepto” dominical sin escuchar la Palabra desde el corazón; situarnos en los límites de lo prohibido en la letra, desoyendo la conciencia.
Según Jesús, la alabanza con los labios, dejando a un lado el corazón, es una farsa. El comportamiento en fidelidad a la voluntad de Dios -la moral cristiana- se asienta en el corazón, núcleo de la persona, fuente de actitudes morales.
A la escucha de la Palabra:
“Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí…”.
“La religión pura e intachable a los ojos de Dios es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribula- ciones y no mancharse las manos con este mundo.”
“Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.”
2. Lectura pascual de nuestras vidas:
Yo confieso que el Dios de Jesucristo es lo más importante y definitivo, pero, ¿no hay en mi vida brotes de idolatría del dinero, la política, la apariencia, la salud, la seguridad, el color de la raza…? ¿Digo con verdad: “Oh Dios, tú eres mi Dios”?
Rezos, prácticas religiosas, limosnas… ¿son expresión del encuentro con Dios, o especie de salvoconducto para asegurarme la salvación? ¿Reconozco al Dios de la oración en el rostro de los más ultimados?
En la vida en familia, vecindad, sociedad… ¿encuentra eco la dignidad, el respeto, la justicia, la compasión, la misericordia? ¿O me refugio en la moral de ‘mínimos’?
“Tuve hambre y me disteis de comer….” “…a mí me lo hicisteis.” “Venid, benditos de mi Padre…”.
La Eucaristía = ofrenda del corazón a Dios con Jesucristo, y acción de gracias por el amor recibido. La actitud de Jesús = fidelidad al Padre y amor desinteresado a los hermanos, incluidos los diferentes, “paganos”, “extraños”.
José Luis Achótegui Iraolagoitia

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