08 diciembre 2015

III Domingo de Adviento. Moniciones 1



MONICIÓN DE ENTRADA

Queremos comunicaros la máxima alegría en nuestra bienvenida a la Eucaristía de hoy… “Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito: estad siempre alegres. El Señor está cerca”. Nos lo dice San Pablo en la monición de entrada de la Eucaristía. Es una frase de capítulo cuarto de la Carta a los Filipenses. Por tanto este tercer domingo de Adviento tiene un mandato muy claro, desde el principio de la liturgia de hoy: que estemos alegres porque el Señor se acerca. Es un buen resumen, es una buena indicación para nuestro comportamiento para los próximos días. El tiempo de Navidad se acerca y hemos de estar preparados para ese momento. La alegría es un gran ingrediente para nuestra espera y para toda nuestra vida.




RITO DE INICIO PARA TODA LA CORONA DE ADVIENTO

1. Sacerdote: El Señor, que viene a salvarnos, esté con vosotros:

Hermanos: Al comenzar el nuevo año litúrgico hemos bendecido esta corona con que inauguramos el domingo pasadio también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre y nos ha dado verdadera vida. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad. Por eso hoy, primer domingo de Adviento, bendecimos esta corona y encendemos su primer cirio.

ALGUNAS CONSIDERACIONES RESPECTO A LA CORONA

Junto con lo que expresamos en nuestro recuadro primero conviene tener estas ideas vertidas por el sacerdote navarro, Javier Leoz, y gran colaborador de Betania, sobre la Corona. Dicen asI;

En la Eucaristía, se pueden encender las velas sencillamente durante el canto de entrada, o bien con mayor relieve después del saludo y de una breve monición. En este segundo caso, el mismo celebrante, o bien distintas personas de la asamblea (una semana un anciano, otra un niño, otra una religiosa, otra un matrimonio...) encienden la vela o velas correspondientes. Y entre tanto se interpreta algún canto o alguna de las siguientes antífonas:

a) Cantad con gozo, con ilusión: ya se acerca el Señor.

b) Vigilantes encendemos la corona del Adviento.

c) En los cirios ofrecemos cuatro etapas de un encuentro.

d) Pueblo santo, espera a tu Señor con la lámpara encendida.

En su defecto, también se pueden cantar las invocaciones del acto penitencial.

3. El sacerdote reza o canta las siguientes invocaciones:

- Luz del mundo, que vienes a iluminar a los que viven en las tinieblas del pecado: Señor ten piedad

- Buen Pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas de la verdad y la justicia: Cristo ten piedad

- Hijo de Dios, que volverás un día a dar cumplimiento a las promesas del Padre: Señor ten piedad

TERCER DOMINGO. TERCERA VELA



Sacerdote: el testimonio del Precursor nos invita a la alegría

En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. 

Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. 

Preparad sus caminos, porque ya se acerca. 

Adornad vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda. 

Ya llega el mensajero. 

Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. 

Cuando encendemos estas tres velas 

cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, 

llama para que calientes. 



¡Ven, Señor, a salvarnos, 

envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!



(Se acerca una persona y enciende el tercer cirio)

Canto: ¡Ven, ven Señor no tardes! (Otro canto apropiado)



MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- La lectura primera procede del Libro de Sofonías. Este profeta vive los tiempos malos de un Israel cercado por los asirios, pero al final de su libro se espera al rey Josías, como reformador y libertad. Y el profeta estalla en júbilo y alegría. Nosotros vemos en ese texto el anuncio de la llegada del Mesías: la apertura de un gran rayo de luz, tras un tiempo de tristeza.

S.- Hoy no leemos un Salmo propiamente: nuestro canto responsorial lo forman versículos del capítulo 12 del libro del Profeta Isaías, que anuncian la salvación que Dios nos ofrece. En realidad, muchos de los textos de Isaías tienen una gran fuerza lírica y sirven perfectamente para ser proclamados como cánticos, como salmos.

2.- San Pablo, en la segunda lectura, que procede de la Carta a los Filipenses, nos pide, también, que estemos alegres y es la alegría que nos da el conocimiento de que el Señor está cerca. Y nada debe preocuparnos, salvo dar gracias a Dios por las maravillas que nos ofrece. Estemos alegres, pues, el Señor está cerca.

3.- El Evangelio de San Lucas nos traslada hoy una pregunta importante: ¿Qué hemos de hacer? Es lo que preguntaban a San Juan Bautista los que se convertían. Y el Precursor les pide honestidad y rectitud para sus cuestiones profesionales y cotidianas. No es la venida del Señor una cuestión de falsa alegría. Se trata de un hecho tan notable que nosotros debemos cambiar nuestra vida, no hacer del egoísmo, ni del abuso una fórmula de actuación. Hemos de buscar la justicia y el amor para todos. Es una buena recomendación para nosotros que esperamos –ya estamos a mitad de camino—al Señor Jesús.



Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Como en  otras semanas el padre Javier Leoz escribe para nosotros esta oración para los momentos finales de nuestra Eucaristía. Y hoy, sinceramente, tiene un mensaje muy especial….

ESTOY ALEGRE, SEÑOR ¡CÓMO NO ESTARLO!

Si  Tú, Señor, eres la Navidad

Si  Tú, Señor, eres Navidad

Si  Tú, Señor, eres adorno y estrella, dulce y mesa por Navidad

Si  Tú, Señor, eres la mejor lotería para la salud del corazón

ESTOY  ALEGRE, SEÑOR

Tú,  te lo digo ahora, eres la causa de mi felicidad

Tú,  te lo decimos ahora, eres la fuente de tanta dicha

Tú,  te lo decimos ahora, eres la razón de tanto regocijo

Tú,  te lo gritamos ahora, eres el germen de la emoción que yo siento

Amén.

Exhortación de despedida

La alegría es el mejor ingrediente que todo cristiano debe llevar en su vida cotidiana y de relación con los demás. Nos lo decía al principio San Pablo: “Estad alegres…” Y así hemos de construir nuestra espera gozosa del Niño Dios que ya viene.

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