04 enero 2016

Recursos (Epifanía del Señor)

La fiesta de los “magos” es la fiesta de un Dios que es para todas las razas, lenguas, culturas, espiritualidades y creencias. Y esto es urgente hacerlo realidad en el contexto multicultural en el que vivimos, donde es necesario un gran esfuerzo de integración multicultural.
UN TEXTO:
FRONTERAS
Fernando Vallespín1
“Nuestro continente parece haber caído también en una auténtica paranoia con las fronteras. Su identidad, lejos de aquella que inspiraba sus principios fundadores, está cada vez más próxima a una creciente sensación de exclusión del otro, del no europeo. Ser europeo equivale a habitar una fortaleza y a impedir que otros entren en ella. Vamos camino de convertirnos en una macro gated-community como ésas en las que se enclaustran los ricos en los países del mundo en desarrollo. Dejamos entrar al servicio, a quienes nos proporcionan el trabajo que no estamos dispuestos a hacer; el resto se queda fuera. O a los turistas, claro, que tanto contribuyen a transformarnos en un parque temático.
Por no hablar de esa sutil frontera interior que divide a las diferentes sociedades europeas entre los autóctonos y el creciente flujo de “extraños” que conviven entre “nosotros”. Los alojamientos de refugiados no se protegen con alambradas, como el acceso a los trenes de Calais. No hace falta, son las mentes las que ya están amuralladas y nos previenen del contagio. En suma, y como diría Borges, no nos une el amor, nos une el espanto, el miedo a ser “invadidos” y “contaminados” por foráneos; etimológicamente, aquellos que están fuera de los muros de la ciudad.

Y lo irónico, en la mejor línea de Bruselas, es que el problema se trata como una mera cuestión de administración, de e cacia en la gestión del cierre fronterizo. No se aborda como lo que es, una crisis humanitaria que requiere una fuerte sacudida de nuestra conciencia moral y el poner los medios, mediante acciones de política interior y exterior, para no romper tan agrantemente con los valores que decimos sostener. Nos hemos convertido en cautivos de nuestro propio éxito, habitamos una supuesta jaula de oro cuyas rejas tratan de excluir a los otros cuando en realidad también encierran a quienes supuestamente nos bene ciamos de ella.
Es obvio que no podemos dejar entrar a todos los que quisieran, pero debemos evitar que no se vean obligados a ello. Lo que se requiere es abandonar las medidas defensivas y emprender una ofensiva en toda regla sobre las causas de estas nuevas expulsiones.
Debilitamiento de las fronteras hacia dentro y apertura hacia fuera con un renovado impulso humanitario. No creo que esta sea la tendencia dominante, pero es la que mejor se adapta a nuestros principios y —y esto ya me hace sentirme más optimista— la que más adecuadamente se ajusta a nuestro propio interés.
La estrella: Al final de la homilía, o en las ofrendas, puede colocarse, alrededor del mundo, la estrella de la INTEGRACIÓN como regalo también del hombre y Niño-Dios, Jesús de Nazaret.

1.- El País, 14 agosto 2015

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