12 agosto 2016

Homilías para la Solemnidad de la asunción de María


Resultado de imagen de asunción de la virgen maría

1.- LAS MARAVILLAS DE DIOS EN MARÍA

Por José María Martín OSA

1.- La morada de Dios entre los hombres. La Asunción de María es la realización de la utopía humana. Es decir, aquello que el hombre sueña, aquello que el hombre anhela, aquello que va más allá. María ha llegado a la meta que un día podemos alcanzar nosotros: el encuentro con Dios. El autor del Apocalipsis nos transmite el mensaje cristiano teniendo en cuenta la palabra de Dios y las situaciones por las que pasa la comunidad cristiana. De este modo, con un lenguaje poético, nos descubre el sentido del mundo y de la historia. Con Cristo se establece la alianza definitiva con la humanidad, la morada de Dios entre los hombres. La tormenta formidable es en la tradición israelita un signo de la manifestación de Dios. La gran señal de la mujer se ha interpretado en clave eclesiológica. La mujer simboliza la Iglesia. María, como nueva Eva, es prototipo de la Iglesia. En ella la Iglesia ya llegó a su perfección. Por eso este pasaje adquiere también una aplicación mariológica.


2.- La muerte ha sido vencida. Pablo sabe que algunos cristianos de Corinto no comprenden el significado de la resurrección de los muertos cuando el Señor vuelva, al fin de los tiempos, con poder y majestad, pues creen que la salvación se realiza plenamente ahora y en este mundo que pasa y no hay nada más que esperar. Insiste en que la resurrección de Jesús es como las primicias y que sólo habrá cosecha cuando todos resucitemos. Porque entonces la muerte, que es el último enemigo, será vencida en todos los frentes y, con esta victoria, se acabará la opresión que aún padecen los hijos de Adán sobre la tierra. No habrá ya principado, dominación ni potestad alguna sobre los hijos de Dios. Entre el hecho y la promesa, entre el "ya" y el "todavía no", se extiende la arena de nuestra lucha y de nuestra responsabilidad; hay un camino abierto y por tanto un deber que cumplir. La verdad es que la muerte y el miedo a la muerte nos siguen mortificando. Pero la victoria de Jesús sobre la muerte, garantía de nuestra propia resurrección, despierta una esperanza que actúa y nos hace resistir contra todo lo que nos esclaviza.

3.- La acción de gracias de María. A pesar de las evidencias en contra, María se ha fiado de Dios. Las mujeres de Israel se sentían honradas y estimadas por los hijos que tenían. Este pueblo, orientado hacia el futuro por las promesas que le habían sido hechas, se gozaba en los descendientes y lo esperaba todo del que tenía que venir. De ahí la dicha y la gloria de todas las madres de Israel y la profunda pena de las mujeres que no podían dar a luz. María va al encuentro de la protagonista de la señal que le ha mostrado el ángel. Este encuentro es ocasión para que Isabel le haga saber a María que no se ha fiado de Dios en balde. Si María es la que lleva en sus entrañas al que tenía que venir, al Mesías prometido, al Bendito, es por ello mismo la más bendita entre todas las mujeres. Este descubrimiento hace que María prorrumpa en un poema de alabanza al Dios que cumple su palabra y de quien vale la pena fiarse. María descubre alborozada que el cumplimiento de la palabra por parte de Dios está a la base de la existencia misma del pueblo. Rompe en gritos entusiasmados de acción de gracias hacia quien hace posible la maravilla de un mundo diferente. En las maravillas que ha realizado el Señor reconoce el estilo o el modo de actuar del Señor en la historia de la salvación de los hombres. Confiesa que Dios se complace en subvertir el orden establecido por la injusticia de los ricos, de los orgullosos, de los dominadores de este mundo, y que esto lo hace enalteciendo a los más humildes. El Señor humilla, desbarata y despoja a los señores de este mundo y ensalza y colma de bienes a los más pequeños, a los hambrientos, a los pobres y explotados.

2.- EL MENSAJE TEOLÓGICO DE LA FIESTA DE LA ASUNCIÓN

Por Gabriel González del Estal

1.- La Asunción de María. Los cristianos de este siglo XXI ya no podemos entender literalmente el misterio de la Asunción de María tal como lo entendieron nuestros padres y abuelos. Hoy sabemos que el cielo no es un lugar físico y, por tanto, no podemos ascender a él físicamente. Creer en la Asunción de María es creer que María, después de su paso por esta tierra, se fue directamente a los brazos de Dios. Asumir es tomar algo o a alguien en propiedad, hacer propia una cosa, o a una persona. Después de que a María se le cumplió el tiempo en la tierra, Dios se la llevó con él, la asumió, la hizo para siempre suya, poniéndola a su lado para siempre. Es en este sentido como decimos, cuando halamos de la Asunción de María, que Dios la asumió, la hizo suya para siempre llevándola de la tierra al cielo. El mensaje de esta fiesta es, pues, un mensaje claro y consolador, lo expresemos literalmente con unas palabras o con otras. María fue directamente de la tierra al cielo, sin conocer las penas del purgatorio, porque ella fue concebida sin pecado. La Asunción de María es consecuencia directa de la inmaculada concepción de María. El mensaje de esta fiesta es también consolador para nosotros, porque nos dice que es posible vencer a la muerte, que la muerte no es el final del camino. Cristo venció a la muerte por sus propios méritos; María venció a la muerte en virtud del privilegio que Dios le concedió por ser la madre de Jesús. El mensaje nos dice que también nosotros podemos vencer a la muerte, por los méritos de Cristo y ayudados por la intercesión eficaz de la Virgen María. Esta fiesta tiene también otros nombres que indican y nos trasmiten el mismo mensaje teológico.

2.- Virgen del tránsito. En muchos lugares de la vieja Castilla a la fiesta de la Asunción de María se la llama fiesta de Nuestra Señora del Tránsito. En Zamora, que yo sepa, hay bastantes mujeres que se llaman Tránsito y que celebran su santo el 15 de agosto. La palabra “tránsito”, como sabemos, significa el paso de un lugar, o de un estado, a otro. Aplicado a la Virgen, significa el momento en el que la Virgen María pasa de este mundo al otro. El cómo ocurrió esto sólo Dios lo sabe, porque nuestra pobre ciencia humana no pudo, ni puede, comprobar empíricamente el hecho. A los cristianos nos basta creer que nuestra Virgen y Madre María, acabada su peregrinación por este mundo, se fue directamente a estar con su Hijo Jesús y con su Padre Dios. La advocación de la Virgen del Tránsito nos trae a todos nosotros un chorro de luz y de esperanza: después de esta vida, conducidos por la mano materna de nuestra Madre y en virtud de los méritos de su Hijo Jesús, también nosotros iremos a vivir definitivamente con nuestro Padre Dios. La muerte no es el final del camino, la muerte es el paso, es el tránsito, de este mundo al otro, de este mundo mortal y pecador, a un mundo inmortal y glorioso.

3.- La dormición de la Virgen. A la fiesta de la Asunción de María también se la llama fiesta de la dormición de María. Existen muchas estatuas yacentes representando a la Virgen María dormida, descansando ya en Dios. Con este nombre de la dormición queremos indicar que para María la muerte no fue un episodio traumático, ni angustioso. María se durmió llena de paz y se despertó en los brazos de Dios. También en este sentido esta fiesta de la dormición de María nos trae a nosotros un mensaje de paz: si vivimos con Dios, resucitaremos en Dios, sin que exista una grieta violenta y enemiga entre esta vida y la otra. Pedir a Dios una buena muerte es pedirle morir como murió María, con el alma llena de paz, sabiendo que nuestro Padre, Dios, nos va a recibir en su gloria, no por nuestros propios méritos, sino, como venimos diciendo, por los méritos de Cristo y ayudados por la intercesión de nuestra madre, María, asunta al cielo.

3.- MARÍA ACOMPAÑO A ISABEL HASTA EL PARTO

Por Antonio García-Moreno

1.- LA MUJER FRENTE AL DRAGÓN. "Mientras tanto la mujer escapaba al desierto" (Ap 12, 6).El cielo de la noche se llena de luces, su densa oscuridad tachonada de estrellas se rompe como un velo que se desgarra y deja ver cuando antes ocultaba. Es esta una de las más grandiosas visiones del vidente de Patmos. En ella aparecen dos figuras, a cual más sorprendentes y grandiosas, una mujer revestida de sol y coronada de estrellas, la otra un enorme dragón rojo que barre el cielo, arrojando a la tierra el tercio de cuantas estrellas hay en el firmamento.

Una batalla desigual se entabla, el terrible Dragón rojo de las siete cabezas coronadas contra la bella Mujer embarazada, que se yergue rutilante sobre la luna. Símbolos y realidades, el Bien y el Mal en una lucha cósmica que conmueve los cimientos del Orbe. El Dragón está al acecho, dispuesto a devorar al niño que estaba a punto de nacer. Pero cuando nace el varón que dominaría a todas las naciones, es arrebatado y llevado hasta el trono de Dios. Y la Mujer huye al desierto. El triunfo del Bien es seguro.

2.- POR ENCIMA DE LA MUERTE. "El último enemigo aniquilado será la muerte" (1 Co 15, 26).La lucha está entablada aún. El enemigo sigue al acecho, ataca en cuanto le damos ocasión para ello. El pecado domina todavía al hombre. Y con el pecado la muerte. Nuestras calles siguen transitadas por los cortejos fúnebres, unos ostentosos y otros modestos, pero siempre con el aire fúnebre y el llanto en los rostros. La guerra que siembra los campos de cadáveres, y fleta en las aguas el extraño bulto de los cuerpos muertos. La enfermedad persistente, incurable a veces, el dolor irresistible.

Pero en medio de las tinieblas, una luz está encendida. En medio de la muerte se alza el triunfo de la vida, en la selva del pecado se abren flores de inocencia y de bondad atrayente. La esperanza brilla con fuerza irresistible en la voz de ese anciano vestido de blanco que, apoyado en un bastón, avanza intrépido produciendo un reguero de luz a su paso vacilante pero seguro. María venció al pecado y a la muerte. Ella marcó nuestro propio camino.

3.- SERVICIALIDAD DE LA VIRGEN. "María se quedó con Isabel unos tres meses..." (Lc 1, 56). Aunque los evangelistas no intentan escribir una historia en el sentido moderno de la palabra, muchas veces nos ofrecen datos de gran valor para saber con detalle algunos aspectos de los hechos narrados. Este es el caso del versículo que cierra este pasaje evangélico al decir que la Virgen estuvo unos tres meses con su prima Isabel, y que luego se volvió a Nazaret. Si leemos con atención cuanto precede, veremos que significativo es que estuviera precisamente tres meses.

Según dijo antes el evangelista, al narrar la aparición de San Gabriel en la Anunciación, Isabel estaba ya de seis meses en su embarazo. Si María marchó enseguida a visitar a su prima, y estuvo tres meses con ella, concluimos que la acompañó hasta que se cumpliera el noveno mes de su gestación, es decir, hasta que dio a luz... Eso nos hace comprender que la Virgen fue, ante todo, para asistir a Isabel en aquel trance. El motivo, por tanto, de su visita fue ayudarla cuando la necesitó.

4.- DIOS LE DIO ALGO MÁS QUE UNA COPA

Por Javier Leoz

Estamos celebrando, en medio del Año de la Misericordia, una de las grandes fiestas de nuestra piedad mariana: LA ASUNCION DE MARÍA A LOS CIELOS

1. - ¿Qué es lo que buscan o pretenden los atletas, los deportistas, los países que participan en diversas competiciones nacionales o mundiales?: rivalizar para ganar, conquistar el pódium y, con cuantas medallas, más y mejor. Qué bien lo expresaba el Papa Francisco en las anteriores Jornadas Mundiales de la Juventud, en Brasil: “Dios nos ofrece algo más que una copa, el cielo”.

La festividad de la Asunción, me atrevería a decir, es la gran distinción que DIOS impone a la Virgen por haber estado ahí, por haber corrido hasta el final, por haber permanecido fiel, por no haber humillado al adversario –y esta es la diferencia con los juegos de los hombres- sino al revés: HABERSE HUMILLADO PARA QUE DIOS HICIERA AQUELLO QUE TENIA PENSADO

Hoy es el día en el que DIOS eleva a la Virgen al pódium del cielo; le abre sus puertas, la sienta a su lado por haber jugado limpiamente, con sencillez y obediencia, en pobreza y humildad, con pureza y desde la disponibilidad…

2.- No es extraño, por lo tanto, que miles de pueblos, ciudades, congregaciones, parroquias, diócesis, hermandades etc., la tengan como punto de referencia en sus vidas: la suerte que tuvo Ella la queremos tener nosotros.

-La lotería que le tocó a Ella, ser ascendida cerca del rostro de Dios, la añoramos, meditamos, cantamos y queremos para nosotros.

-Si Ella en este día subió a los cielos, nosotros también estamos llamados a juntarnos con la Madre en ese mismo lugar

-Si Ella permaneció hasta el final FIEL a sus principios, que nosotros no los olvidemos. La fiesta de la Asunción es precisamente eso: NO PERDER EL NORTE; NO PERMITIR QUE NADIE VULGARICE Y ADULTERE NUESTRA VIDA.

3.- Una de las epidemias que nos asola, es la desmotivación general que existe en la juventud por superarse (¿ascender?) ¡Cómo se queman etapas antes de tiempo! ¿Qué pasará dentro de unos años ante la ausencia de ideales? Hay una respuesta y reto a la vez: LLENAR DE NUEVO EL FONDO DE LAS PERSONAS; REARMARLAS Y REHACERLAS DE NUEVO con la presencia de Dios.

3.- Ante la presión sistemática, para que miremos exclusivamente a la tierra obviando esos otros valores que emergen del cielo, de esa fuente de felicidad y de fortaleza que nos viene de la FE EN DIOS, la Asunción es una invitación a elevar la cabeza, el espíritu y la mente.

A eso nos ha invitado el Papa Francisco: en la debilidad de la sociedad, con Dios, somos mayoría. A eso nos invita: a callejear, como lo hizo María, con la fuerza y el tesón del Evangelio. María sube a los cielos porque, previamente, supo andar con Dios y por Dios por los caminos de la tierra.

Por eso venimos aquí nosotros y honramos a la Virgen, la llevamos en procesión en este 15 a agosto o manifestamos públicamente nuestra adhesión a Ella.

--Fiesta de la Asunción. Llamada a mirar al cielo, a contemplar una vida ejemplar y valientemente vivida por Santa María.

--Hoy DIOS se la lleva a su lado, porque su cuerpo no puede corromperse en la tierra.

--Mirar al cielo y tener fe como Ella, conlleva un triunfo. Una apoteosis que no son las medallas de oro y de plata que el azar o el mérito de la vida nos da, es la alegría de ver un día cara a cara a los nuestros y ver cara a cara el rostro de Cristo, el semblante de Dios, la fuerza viva del Espíritu, la figura que tanto hemos amado, mientras estábamos en la tierra, de María.

Dios, a María, le dio algo más que una copa: le dio la oportunidad de verle, abrazarle y gozarse con Él en el cielo. A eso estamos llamados todos.

4.- CREDO CON MARÍA SUBIENDO AL CIELO

Creo,  contigo María, que si camino como Tú en la tierra

me aguarda  lo que, Tú ahora, vives en el cielo



Creo,  contigo María, que si en mis entrañas acojo a Cristo

con la misma  verdad que Tú lo acogiste en tu seno

disfrutaré  de esa eternidad que, ahora Tú, vives en la Ciudad Celeste



Creo,  contigo María, que si abro los oídos 

como Tú lo  hiciste a la voz del Ángel, soplo del Espíritu Santo,

estaré  llamado a compartir esa misma suerte 

que, ahora Tú,  acoges asombrada ante la magnitud del Misterio del cielo



Creo,  contigo María, que tu corona –no de oro ni de plata-

fue el  servir a Dios con todas mis fuerzas.

Sentirme  Iglesia viva, valiente y decidida

ante un  mundo que, en medio de tanto ruido,

pretende  silenciar el Amor que nació en Belén.



Creo,  contigo María, en este Año Santo de la Misericordia

que para  subir hacia el cielo, 

hay que  bajar peldaños en la tierra

que para  ascender hacia Dios, 

hay que  descender hacia el corazón de los sufridos

que para  escalar en medio de las nubes, 

hay que  pisar la realidad de cada día.



Creo,  contigo María, en este Año de la MIsericordia

que, conocer  a Cristo, es algo grande y es gracia divina.

Que,  servirle, es privilegio y altura de miras

Que,  escucharle, es dar oxígeno a nuestras almas

Que, amarle,  conlleva abrir los brazos a los que me rodean



¡SÍ, MARÍA!  ¡CREO CONTIGO EN DIOS!

¡SÍ, MARÍA!  ¡CREO CONTIGO EN CRISTO!

¡SÍ, MARÍA!  ¡CREO CONTIGO EN EL ESPÍRITU SANTO!

Porque, los  tres en uno, dieron VIDA a tu vida

Esplendor y  hermosura a tu figura

Eternidad  para siempre a tus pocas palabras

Corona de  triunfo que nunca se marchita

a tu cabeza  amueblada con palabras con sabor

a  obediencia, humildad, sencillez, silencio, evangelio,

camino,  Dios, Jesús, Espíritu e Iglesia.



¡CONTIGO,  MARÍA, SE PUEDE CREER MÁS Y MEJOR!

 ¡CONTIGO, MARIA, AL CIELO!

5.- LA DORMICIÓN DE MARÍA

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Las Iglesias Orientales hablan de la Dormición de María como titularidad de la presente fiesta. Es, tal vez, más completa la nomenclatura eclesial de Occidente que habla de asunción: de subida al cielo. Pero la Dormición –el plácido sueño—como tránsito de esta vida a su presencia eterna en la Gloria de Dios es algo muy bello. En la Liturgia de las Horas, en las Completas, todas las noches, antes de rezar la última antífona que está dedicada a la Virgen, se repite: "El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa". El sueño parece una antesala de la muerte cuando los cristianos despegamos del hecho de morir todo lo truculento o desagradable que culturalmente hemos añadido y la fe nos lleva a considerarlo como una Dormición.

2.- Sabemos que la Virgen María está, junto a Jesús, en el cielo y en cuerpo y alma. Esos dos cuerpos gloriosos, no sometidos –ya—a mutación alguna son la promesa de lo que ocurrirá después de nuestra resurrección. Y en la esperanza gloriosa de la vida eterna hay mucha fuerza para seguir nuestro camino, acompañando a Jesús, a la Virgen, a la Iglesia. Es cierto que hay una tendencia a amortiguar lo maravilloso que encierra el mundo futuro del que nos habla Cristo. Da un cierto vértigo pensar en la forma de nuestro futuro cuerpo glorioso. Y, sin embargo, va a ser real. Jesús, en su conversación con un grupo de saduceos, quienes le planteaban la trampa de la viuda, sucesivamente casada con varios hermanos, habló de que "seremos como ángeles". No, ángeles. Y esa es una alusión muy directa a la glorificación de nuestra humanidad.

3.- Algo que nos produce estupor es que las iglesias llamadas protestantes --su gran mayoría-- han prescindido de dos ayudas fundamentales para la vida del cristiano: la Eucaristía y el culto a la Virgen. Los católicos encontramos en esos dos caminos una fuerza enorme para continuar todos los días la senda de seguimiento de Cristo. No establecemos comparación --ni competición-- entre ambas. En la Eucaristía está Jesús y es, fehacientemente, alimento espiritual. La devoción a María es para la mayoría un camino amable –y entrañable—de devoción popular. Muchos los han experimentado como un remedio "in extremis" para sus dolencias espirituales. Ocurre, entonces, que sin contar con la ayuda de la Eucaristía tiene que ser más difícil y más lejana la vivencia de la amistad, de la proximidad de Cristo. Y algo parecido puede decirse de la ausencia de la devoción mariana, aunque como decíamos sin comparaciones entre ambos caminos.

4.- En las lecturas de la Misa del 15 de Agosto tenemos el relato impresionante del libro del Apocalipsis. Aparece en el cielo una imagen portentosa, el de una mujer encinta. Y el dragón está presto a devorar al niño que va a nacer. Los tratadistas ven en esa mujer a la Iglesia y, sin embargo, nada puede estar mejor dibujado en la alegoría de San Juan como la irrupción de María en la acción salvadora de Cristo. Y el relato del Apocalipsis enlaza directamente con la Epístola de Pablo. Se refiere a la victoria final, a la derrota de la muerte y al establecimiento del reino del futuro.

5.- San Lucas nos va a traer el episodio de la visitación de María a su prima Isabel que termina con el rezo ilusionado del Magníficat, una de las páginas más bellas de los Evangelios. El Himno del Magníficat está presente en la Liturgia de las Horas, en el rezo de las Vísperas y tiene especiales resonancias para muchos. Es la contribución diaria a ese culto hermoso y sereno a la Madre de Dios.

LA HOMILIA MÁS JOVEN

SEÑORA SANTA MARÍA

Por Pedrojosé Ynaraja

Señora Santa María, como los idealistas caballeros medievales te llamaban ¡yo te saludo! Es decir, me dirijo a Ti, con alegría, con esperanza, confiado que me mirarás y, por un momento mío, me atiendas desde tu eternidad.

Santa María, las doce estrellas de tu corona, hoy son también corona de Europa, ¡ojalá el continente se sienta coronado y protegido por ti!

Santa María, niña preciosa e ingenua que supiste al iniciar tu vida joven, decir a Dios que sí. Y toda tu existencia en la tierra, fue un continuo decirle siempre lo mismo a Dios. Enséñame y ayúdame a decir siempre al Señor que sí, cuando me proponga algo. A buscar lo que Él tiene proyectado para mí y escudriñarlo, como Tú hiciste con Isabel, a quien ayudaste, con quien compartiste, quien aupó tu confianza, antes de presentarte a José en situación embarazada y embarazosa.

Santa María, que subiste a Jerusalén tímida e ilusionada a presentar a tu Hijo al Templo, asombrando la mirada del Padre. Tú que recibiste elogios de Ana y Simeón, e inquietante anuncio del anciano, pero que su advertencia no te asustó de tal manera que abandonases lo trazado por Dios-Padre para ti. Dame coraje y protege mi desconcierto, cuando imagino próximos o lejanos males para mí.

Santa María, joven madre que acompañó a su Hijo mientras le fue necesario, que lo dejó libre cuando debió entregarse a la misión recibida del Padre en exclusiva, pero que no le abandonó en el momento del suplicio. Enséñame y ayúdame a que yo también acompañe con mi presencia, mi testimonio y mis palabras al afligido por penas o dolores y descubra a tu Hijo a quienes le ignoran.

Santa María, compañera del dolor de Jesús en la cruz, sufriéndolo en tu corazón, madre de único hijo y viuda, aceptando a Juan como a hijo, aceptándome a mí en él. Estate conmigo también cuando alguien se ofrezca generoso a ayudarme, enséñame a dejarme ayudar

Santa María, compañera de los amigos de tu Hijo, de las mujeres que le amaron y sirvieron, de los discípulos que le siguieron, que junto con ellos, compartiendo con ellos, recibisteis el Espíritu Paráclito solemnemente. Santa María, ayúdame a ser compañero, colaborador eficaz en las tareas del Reino y que nunca las olvide.

Santa María, asunta a las afueras de este mundo, de su espacio y de su tiempo, dormida a la realidad que nunca reusaste. Dame coraje para que espere yo con serenidad mi muerte, puerta de la Eternidad que contigo me una.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario