06 septiembre 2016

Domingo 11 septiembre: Liturgia 1


Evangelio según san Lucas (15,1-32), del domingo, 11 de septiembre de 2016
Dios Se Alegra al Perdonar

Saludo (Ver Segunda Lectura)
Demos gracias al Padre
por medio de nuestro Señor Jesucristo,
porque nos ha dado fortaleza
y porque vino a perdonar nuestros pecados.
Que su misericordia y amor estén siempre con ustedes.

Introducción por el Celebrante
Cuando tú perdonas a alguien que te ha ofendido mucho, ¿cuánto te cuesta perdonar? ¿Lo haces a regañadientes, o bien con alegría? ¿Tienes el coraje de dar el primer paso para la reconciliación, o bien esperas a que el otro te pida humildemente perdón? El mensaje de hoy, a través de las parábolas de la oveja perdida y del hijo pródigo, es de gran alegría y paz: Dios es feliz perdonando a los pecadores. Los acoge y los abraza. Es lo que ha hecho con nosotros. ¿Cuántas veces? ¿No podemos hacer lo mismo nosotros, los unos con los otros?

Acto Penitencial
Demos gracias al Señor por las muchas veces
que nos ha perdonado nuestros pecados.
Pidámosle que nos perdone una vez más
y nos disponga a perdonarnos unos a otros.
(Pausa)
Señor Jesús, tú no esperaste
a que los pecadores vivieran a ti, 
sino que fuiste a su encuentro:
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo Jesús, es una alegría para ti
y para tu Padre en el cielo
perdonar de corazón al pecador arrepentido:
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor Jesús, tú nos pides celebrar y regocijarnos contigo
cuando el perdón restaura a los hombres a la vida:
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Ten misericordia de nosotros, Señor,
y otórganos la alegría de tu reconciliación.
Disponnos a perdonar a otros con alegría 
y llévanos a la vida eterna.

Oración Colecta
Oremos a nuestro Padre fiel,
que nos ama y nos espera siempre.
(Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro, lleno de paciencia:
Tú sientes inmensa alegría
al perdonar al pecador arrepentido.
Incluso permitiste que tu Hijo entregara su vida
para traernos perdón y vida.
Dispón a aquellos a quienes hemos ofendido
a que nos perdonen;
y haz que nosotros también estemos siempre dispuestos
a perdonar de corazón, y sin arrepentirnos de ello,
a los que nos han ofendido.
Que seamos personas 
que sepan perdonar y también aceptar el perdón
con la humildad y bondad que tú nos has manifestado
en Jesucristo nuestro Señor.

Primera Lectura (Ex 32,7-11.13-14): El Amor de Dios Es más Grande que Su Justicia
Dios había salvado a su pueblo; sin embargo, el mismo pueblo abandonó a Dios para adorar al becerro de oro. Moisés suplicó a Dios que perdonara a su pueblo.

Segunda Lectura (1 Tim 1,12-17): Cristo Me Ha Perdonado
Pablo es consciente de que es pecador. Pero encontró al Cristo que perdona. Lleno de gratitud alaba la grandeza y el amor de Dios.

Evangelio (Lc 15,1-32): Dios Se Alegra al Perdonar
Las bellas parábolas de este largo capítulo de Lucas tienen un punto central: Dios no se rinde en la búsqueda de los pecadores ni los abandona; sigue buscándolos y los acoge de nuevo con alegría.

Oración de los Fieles
Oremos al Señor nuestro Dios, que es paciente con los pecadores y rico en misericordia, y digámosle: 
R/ Perdónanos, Señor, como nosotros perdonamos.

  • Para que la Iglesia de Dios lleve la Buena Noticia de reconciliación y de paz a todos los pueblos y a todos los hombres, roguemos al Señor:
  • Para que los fieles de todas las Iglesias cristianas se encuentren y acojan mutuamente con un espíritu de reconciliación y de amistad sinceras, roguemos al Señor:
  • Para que los discípulos de Cristo luchen contra todas las formas del mal y del pecado, pero, sin embargo, no condenen ni rechacen a los pecadores, roguemos al Señor:
  • Para que los sacerdotes sean ministros pacientes y misericordiosos del sacramento de la reconciliación, roguemos al Señor:
  • Para que en nuestros hogares cristianos los padres enseñen a sus hijos, de palabra y de obra, a ser personas que sepan perdonar y recibir el perdón con humildad y magnanimidad, roguemos al Señor:
  • Para que en nuestras comunidades cristianas los pecadores extraviados y desalentados encuentren al Dios misericordioso a través del perdón de sus hermanos y hermanas, roguemos al Señor:
Oh Dios, Padre nuestro, tu Hijo vino a buscar y salvar a los extraviados y perdidos. Ayúdanos a aceptar de todo corazón a los que han faltado, y a celebrar juntos la alegría de tu perdón, en Jesucristo nuestro Señor. 


Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, Padre misericordioso:
Este pan y este vino sobre el altar son los signos con los que nos ofreces perdón y vida
por medio de tu Hijo Jesucristo.
Él está deseoso 
de sentarse a la mesa eucarística
con pecadores como nosotros.
Haznos uno de mente y corazón 
con él y unos con otros,
para que el pecado no nos aleje más
de ti, de nosotros mismos
y de nuestros hermanos y hermanas.
Y danos la gracia de acogernos mutuamente un día 
en tu fiesta de alegría eterna,
por los siglos de los siglos.

Introducción a la Plegaria Eucarística
En el corazón de la Plegaria Eucarística proclamamos que Jesús derramó su sangre “para el perdón de los pecados”. Demos gracias al Padre por su misericordia.

Nota: Podemos usar hoy las Plegarias Eucarísticas I ó II para la Reconciliación.

Invitación al Padre Nuestro
El hijo pródigo se arrepintió y regresó a su padre. 
Con las palabras de Jesús, 
nosotros también pedimos a nuestro Padre del cielo
que perdone nuestros pecados
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
R/ Padre nuestro…

Saludo de Paz
La paz y reconciliación del Señor
esté siempre con ustedes.
R/ Y con tu espíritu.
Ofrezcámonos unos a otros el signo de paz,
para mostrar nuestra mutua aceptación y amistad.

Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Cordero de Dios
que quita los pecados del mundo.
Él acogió a pecadores y comió con ellos.
Dichosos nosotros, 
invitados ahora a participar en su banquete.
R/ Señor, no soy digno…

Oración después de la Comunión
Señor Dios, Padre de todos nosotros:
Acepta nuestra acción de gracias
porque la gracia y el amor
que nos ofreces en Jesús, tu Hijo,
son siempre mayores que nuestros pecados. 
Que, en gratitud por tu perdón misericordioso,
llevemos a cabo con alegría
la misión de reconciliación que tú nos confías.
Ojalá experimentemos la alegría de perdonar
por medio de aquel que es nuestra vida y reconciliación: 
Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Sabemos por experiencia que una de las cosas más difíciles en la vida es perdonar plenamente y sin arrepentirnos de ello. 
¡Cuánto más felices serían nuestras comunidades si pudiéramos poner a un lado nuestra soberbia herida y perdonarnos unos a otros de todo corazón, y si pudiéramos también dar lugar y nuevas oportunidades a los hermanos alejados y extraviados! Que ojalá sea así nuestra comunidad; una comunidad de aceptación mutua, amistad, fraternidad y reconciliación. 
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

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