Este es el segundo domingo de Adviento. Y ahora es Juan el Bautista quien nos llama a “enderezar nuestros caminos” para preparar la venida del Señor. En el pasaje de hoy, se dirige especialmente a los fariseos y saduceos, porque sabe que son personas cuya fe y compromiso con Dios no llega más allá de cumplir con lo que los preceptos religiosos marcan. Juan no quiere eso, y nos pide una fe que cambie nuestra manera de pensar y actuar en todos los momentos de nuestras vidas. Una conversión que se note en nuestra conducta diaria y en nuestro trato con los demás.
En este tiempo navideño no dejamos que los festejos y lo atractivo de los regalos nos hagan olvidarnos de lo importante: descubrir mediante la oración, nuestros fallos para buscar corregirlos.
Cada momento de nuestras vidas es una oportunidad para descubrir esos fallos y con sincero arrepentimiento y ganas de mejorar, decirle a Cristo: “Perdóname Señor”.
Este pequeño pero importante acto de fe, nos acerca más a Dios. Esta Navidad Jesús no quiere nacer en una cueva, quiere nacer en nuestros corazones, y espera encontrar en cada uno de nosotros un corazón limpio, en paz, lleno de amor a Dios y a los demás.
¿Está preparado mi corazón para recibir al pequeño Jesús? ¿Cómo demuestro en mi actuar que estoy arrepentido de eso que me falla?
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