26 enero 2017

Bienaventurados los pobres de espíritu

Al ver las multitudes subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos; y se puso a enseñarles así: «Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de Dios. Dichosos los afables, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los afligidos, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por ser justos, porque de ellos es el reino de Dios. Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda suerte de calumnias por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos. Pues también persiguieron a los profetas antes que a vosotros».
Mateo 5, 1-12


Comentario del Evangelio
En el Evangelio de hoy vemos como Jesús se dirige a muchas personas y les habla de esta manera tan impresionante. Las Bienaventuranzas tienen mucha fuerza, son un verdadero regalo de Dios a través de Jesús.
Pero las Bienaventuranzas no son para contemplar lo bonitas que son o lo bien que suenan a nuestros oídos; son para hacerlas vida, para vivirlas. Y nos animan a fijarnos siempre en los que peor lo pasan, en las personas que necesitan de los demás. Nos animan a ser humildes, sinceros, limpios de corazón.
Las bienavenutranzas son todo un desafío para los cristianos. Es un orgullo ser seguidor de Jesús, pero no un privilegio. Ojalá que consigamos cada uno de nosotros seamos fieles y coherentes con las bienaventuranzas que Dios nos regaló para toda la vida.

Para hacer vida el evangelio
  • Elige la bienaventuranza que más te gusta y escríbela a continuación.
  • ¿Qué son las bienaventuranzas para los cristianos? ¿Qué espera Dios de nosotros?
  • Escribe un compromiso que te ayude a vivir la bienaventuranza que has elegido.
Oración
Yo te pido, Señor Jesús,
por los que hoy, en nuestro mundo,
son pacífi cos, misericordiosos,
limpios de corazón,
humildes, perseguidos por causa de la justicia…
para que no se cansen ni se desanimen.
Su victoria está asegurada.
Y ya que tratan de seguirte que sepan vivirlo
como Tú quieres que lo vivan.
Que encuentren sentido a sus vidas,
que son como levadura en la masa.
Y, Tú, Señor Jesús,
haz que sepamos,
como Tú hacías,
penetrados de tu Espíritu,
trabajar por un mundo
en el que se llore menos,
en el que todos tengan lo que necesitan
para vivir dignamente,
en el que no haya injusticias,
en el que no existan guerras,
en el que no se necesite el perdón
porque no hay ofensas, etc.
Así sea.

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