En el pasaje de hoy, Juan el Bautista da testimonio de que Jesús es el Salvador tan esperado por el pueblo judío, porque ha visto personalmente cómo descendió sobre él, el Espíritu Santo. Juan llama a Jesús “el Cordero de Dios” porque en aquella época se usaba sacrificar un borreguil (cordero) para ofrecérselo a Dios y así lograr su perdón y su amistad. Jesús ahora es el Cordero de Dios, porque Dios lo envía para sacrificarse por nosotros en la cruz y así perdonar nuestros pecados y salvarnos.
Pensemos en el gran amor que Dios Padre tiene hacia nosotros, que manda a su Hijo a sufrir y morir, con tal de que nuestros pecados queden perdonados y podamos, con su ejemplo de amor, seguir el camino de la Salvación.
Jesús nos llama a que como Juan, demos testimonio de él. Es decir, a que con nuestra propia forma de vivir, de actuar, de pensar…, le hablemos de él a quienes nos rodean y con palabras o sin ellas les digamos que Cristo nos ha enseñado a amar.
Pero al igual que Juan, para poder hablar de Cristo a los demás, primero debemos conocerlo. Al saber más de Jesús nuestro amor por él irá creciendo y será este amor a Cristo el que nos lleve a querer vivir, pensar, perdonar…, como él.
¿Qué tan seguido leo la Biblia? ¿Recibo ayuda a alguien preparado para saber comprenderla? Con mi vida ¿doy testimonio de que conozco a Cristo y de que lo amor?
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