10 marzo 2017

Domingo II de Cuaresma

Resultado de imagen de la transfiguración
Oración
Oh Dios Padre: con tu Hijo Jesús subimos al monte, subimos a ti a orar, escuchar tu Palabra sobre Él, conocer tu camino sobre cada uno de nosotros.
Concédenos:
  • ver, como los tres discípulos, que Jesús es único por tu resplandor divino que lo transfigura;
  • descubrir a Jesús como camino hacia Ti y hacia los demás a través de la Palabra de Moisés, de los profetas y de los evangelios;
  • fiarnos de Él cuando “bajamos del monte”, de estar Contigo, y nos pide que le sigamos en los gozos y dificultades de la vida diaria.


Ecos a la oración
– Tu luz nos hace ver la luz
– no te quedes en tu tienda, sal a una tierra que te mostraré
– Tú nos visitas, el sol que nace de lo alto, para levantarnos de nuestras postraciones
– Este es mi Hijo, mi Palabra, mi imagen, mi amado, el que os ama, escuchadle, pegaos a El.

Mt 17, 1-9
«1Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los sube a una montaña alta y apartada.
2Y fue transfigurado delante de ellos: alumbraba su rostro como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. 3Y he aquí que se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
4Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús: ‘Señor, es bueno estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías’.
5Todavía estaba hablando y he aquí que una nube luminosa los cubrió, y he aquí que una voz desde la nube decía: ‘Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco. Escuchadlo’.
6Al oírla, los discípulos cayeron de bruces, y tuvieron mucho miedo.
7Y se acercó Jesús, y tocándolos dijo: ‘Levantaos*, no tengáis miedo’. 8Al alzar sus ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
9Y al bajar de la montaña, Jesús les mandó: ‘No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre sea resucitado* de entre los muertos’.»
PALABRA DEL SEÑOR

CONTEXTO
En Mt 16,21 encontramos un corte especial, como en 4,17, que marca una etapa decisiva en el evangelio de Mateo: “Desde entonces comenzó Jesús a”. Si en 4,17, Jesús comenzaba a proclamar el evangelio, en 16,21 Jesús comienza a manifestar a los discípulos su destino de pasión, muerte y resurrección. Es el primero de los tres grandes anuncios de su destino. Como la reacción de Pedro es equivocada (cf. 16,22-23), Jesús alecciona a los discípulos sobre las condiciones para seguirle (cf. 16,24-28). Inmediatamente después viene nuestro texto. Tras él, una curación de Jesús que no la podían hacer los discípulos (17,14-21) y el segundo anuncio de la pasión, muerte y resurrección (17,22-23). El sentido del relato tiene que ver, pues, con el anuncio de la pasión (y el rechazo que provoca en los discípulos), de modo que el evangelista adelanta a este momento una imagen de la resurrección: el episodio de la transfiguración.

TEXTO
El texto evangélico recoge la primera parte de una perícopa más amplia, que llega hasta el v. 13. Al ser una primera parte “entera”, tiene una estructura muy bien diseñada. Es una estructura concéntrica, con elementos extremos relacionados básicamente en antítesis que “rodean” una afirmación central. Así, se corresponden la subida a la montaña (v. 1) y la bajada de la montaña (v. 9); el Jesús transfigurado en compañía de Moisés y Elías (vv. 2-3) y el Jesús solo, sin ellos (vv. 7-8); la intervención de Pedro (v. 4) y la reacción de los discípulos (v. 6). El centro lo forma la voz de Dios (v. 5), cosa que no ocurre en Mc y Lc, que está al final de sus relatos. Mateo hace de la audición, no de la visión como en Mc o Lc, la causa de la reacción de los discípulos. La perícopa retoma muchos elementos de Mt 16,13-23 (la confesión de fe de Pedro y el primer anuncio de la pasión) y se relaciona también profundamente con la historia de la pasión y la pascua relatadas por Mateo. Texto clave, pues, del evangelio mateano.

ELEMENTOS A DESTACAR
• Es muy importante para comprender bien el relato la indicación temporal del comienzo: “Seis días después”. ¿Seis días después de qué? Pues de la confesión de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Pero, justo después, Jesús se pone a decir cómo es ese mesianismo: no uno que triunfa mediante la fuerza o el poder, sino un mesianismo de servicio y de entrega hasta el extremo; el Mesías debe padecer mucho, morir y resucitar al tercer día. Seis días después del primer anuncio de la pasión, y después de estas palabras de Jesús: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga”. La Transfiguración tiene el sentido de adelantar la resurrección para que no nos asuste el proyecto completo de Jesús, para que no nos eche atrás en nuestro compromiso cristiano el sufrimiento por causa del Reino, para animarnos decididamente a dicho compromiso.
• Si el domingo pasado, el escenario predilecto era el desierto, hoy es una montaña alta. Es un lugar de encuentro privilegiado con Dios (cf. Moisés en el Sinaí, Ex 24,12ss; Elías en el Horeb, 1Re 19,8ss). En Mateo hay además otra resonancia: el monte alto al que Satanás llevó a Jesús en las tentaciones (Mt 4,8). El episodio de hoy es una contra- imagen positiva de aquel otro. Y de la misma manera que en aquel monte Jesús eligió la obediencia filial al Padre, aquí la voz del Padre le va a proclamar su Hijo amado. Jesús, nuestro modelo y Señor.
• La aparición de Moisés y Elías en la escena sugieren que la Ley y los Profetas, es decir, toda la Escritura, dan testimonio de Jesús como Hijo amado del Padre (cf. 5,17ss).
• La voz de Dios hace que los discípulos caigan al suelo, llenos de miedo; pero Jesús, tocándoles, quita su miedo y les pone en pie: “Levantaos, no tengáis miedo”. Palabras muy típicas de Jesús, que hacen fácilmente reconocible la presencia de Jesús en la vida de sus seguidores. ¿Tienes esa experiencia? ¿Te sientes aupado por Jesús? ¿Quita tus miedos?
• Toca bajar de la montaña. Pedro quería quedarse arriba, arropado por la nube y la luz, extasiado en la visión. Quería hacer tres tiendas “aquí” (dos veces en el texto). Quedarse en lo alto, retener al Mesías lleno de esplendor, anclarse allí en la gloria, olvidando otra vez la pasión anunciada. Jesús podría haberle dicho de nuevo: “Pedro, tú piensas como los hombres, no como Dios” (cf. 16,23). Era necesaria esa experiencia de luz y de encuentro con el Padre antes de asumir con intrepidez nuestro compromiso por el Reino. Pero aquí abajo, donde se cuecen los destinos de nuestros hermanos, sobre todo de los más débiles.

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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