07 marzo 2017

II Domingo Cuaresma: Liturgia 1


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12 DE MARZO DE 2017
Liturgia de las Horas – Segunda Semana del Salterio-Cuaresma

R I T O S    I N I C I A L E S

CANTO DE ENTRADA.
Tengo los ojos puestos en el Señor porque Él saca mis pies de la red.  Mírame, oh Dios y ten piedad de mí, que estoy sólo y afligido.  Mírame, oh Dios y ten piedad de mí, que estoy sólo y afligido.

Oigo en mi corazón: Buscad mi rostro.  Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

SALUDO Y MONICIÓN.

ACTO PENITENCIAL.

ORACIÓN COLECTA.
LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro del Génesis 12, 1-4a.

En aquellos días el Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra».
Abrán marchó, como le había dicho el Señor.  
     PALABRA DE DIOS


SALMO RESPONSORIAL. Salmo 32.
Antífona: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme, en los que esperan su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. 

SEGUNDA LECTURA. 
Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a Timoteo 1, 8b-10.

Querido hermano:
Toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Él nos salvó y nos llamó con una vocación santa, no por nuestras obras, sino según su designio y según la gracia que nos dio en Cristo Jesús desde antes de los siglos, la cual se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio. 
PALABRA DE DIOS

ANTES DEL EVANGELIO.
Canto: Convertíos y creed en el Evangelio.
Antífona: En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: “Éste es mi Hijo, el Elegido;  escuchadlo”.     

EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 17 1-9.

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
PALABRA  DEL SEÑOR

HOMILÍA.

CREDO.

ORACIÓN DE LOS FIELES.

LITURGIA EUCARÍSTICA

OFERTORIO.
Canto:
Yo no soy nada y del polvo nací, pero Tú me amas y moriste por mí. Ante la cruz sólo puedo exclamar: Tuyo soy, tuyo soy.

Toma, mi mano, te pido, toma, mis labios te amo, toma mi vida ¡oh Padre!, tuyo soy, tuyo soy.

Cuando de rodillas te miro, oh Jesús, veo tu grandeza y mi pequeñez. ¿Qué puedo darte yo?  Sólo mi ser. Tuyo soy, tuyo soy.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

PREFACIO Y SANTO.

PLEGARIA EUCARÍSTICA.

RITO DE LA COMUNIÓN

PADRE NUESTRO.

RITO DE LA PAZ.

CORDERO DE DIOS.

COMUNIÓN.
Canto:
Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar; tu grande eterno amor quiero gozar.  Llena mi pobre ser, limpia mi corazón, hazme tu rostro ver, en la aflicción.

Mi pobre corazón inquieto está, por esta vida voy buscando paz.  Más sólo tú, Señor, la paz me puedes dar; cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.

Pasos inciertos doy, el sol se va, más si contigo estoy, no temo ya. Himnos de gratitud, alegre cantaré y fiel a Ti, Señor, siempre seré.

Día feliz veré, creyendo en Ti, en que yo habitaré, cerca de Ti.  Mi voz alabará, tu santo nombre allí y mi alma gozará, cerca de Ti.

Más cerca, oh Dios de Ti; más cerca sí, cuando la cruz, Señor, me lleve a Ti.  Si tiende al sol la flor, si el agua busca el mar, a Ti, mi sólo bien, he de buscar.  

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Señor, que bien se está aquí a tu lado.

Este es nuestro Tabor en el que te transfiguras en cada Eucaristía.

Cuando estamos contigo a solas, cuando hacemos silencio, cuando nos ponemos a  tu escucha nos ocurre lo mismo que a Pedro, a Santiago y a Juan, que nos cambias del todo, sentimos que nuestra vida se transfigura porque tú nos pones en contacto con lo mejor de nosotros mismos.

Tú nos descansas del trajín cotidiano, nos impulsas a perdonar, nos reconcilias con nosotros mismos y nos acompañas a bajar de nuevo a la vida.

Nos dices que como a Ti, la cruz nos espera.  Que hemos de salir de nuestro adormecimiento y bienestar.  Que seguirte es duro, pero al final del camino, Tú nos esperas glorioso y resucitado.  Así, de esa manera, podremos con todo.

Gracias, Señor, por la fe y la esperanza que nos das.

ORACIÓN.

RITO DE CONCLUSIÓN

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO.

BENDICIÓN Y DESPEDIDA.

Canto.
Dios es fiel: guarda siempre su Alianza; libra al pueblo de toda esclavitud.  Su Palabra resuena en los profetas, reclamando el bien y la virtud.

Y Jesús nos dará en el Calvario su lección: “Hágase tu voluntad”.  Y su sangre, vertida por nosotros, será el precio de nuestra libertad. 

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