03 agosto 2017

Los dos mensajes principales de esta fiesta

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1.- Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo. Este es el mensaje principal. Los apóstoles eran judíos practicantes, que creían con certeza que lo que les salvaría era el cumplimiento de la Ley judía, la ley que Dios les había transmitido a través de Moisés y de los profetas. Jesús mismo era un judío practicante de la Ley, pero Jesús no había venido a abolir la ley de Moisés, pero sí a perfeccionarla. A partir de ahora, ellos, los apóstoles, lo que debían hacer es escuchar a Jesús y seguirle a él como único maestro, como única ley, como única palabra de Dios. Nosotros hoy, si somos verdaderos cristianos, no tenemos ningún problema en creer que lo que nos salva es la fe en Jesús, no las obras de la Ley judía. Pero los apóstoles todavía no habían descubierto esto y, por eso, la voz del Padre que les dice desde la nube que crean en Jesús y le sigan, era algo nuevo para ellos. A partir de ahora deben escuchar sólo a Jesús, porque sólo él, Jesús, es el predilecto del Padre, superando la ley de Moisés y de los profetas. No les dice que olviden la Ley, sino que la superes, como ha hecho Jesús, su Maestro.
Tampoco nosotros, los cristianos de hoy, debemos intentar abolir las leyes religiosas, pero sí debemos, un día sí y otro también, perfeccionar las leyes de Dios y de la Iglesia. La Iglesia de Cristo debe estar en una continua y constante renovación y perfeccionamiento de sus leyes religiosas, para que cada día nos acerquen un poco más al seguimiento más perfecto de Cristo. Otro mensaje que, según creo yo, también nos brinda esta fiesta de la Transfiguración del Señor es lo que podríamos llamar, con palabras del Papa Francisco, la necesidad de una Iglesia es salida, no pretender encerrar a la Iglesia en la sacristía, o en la capilla, ante el Santísimo. Los tres apóstoles se sentían tan a gusto contemplando a Jesús transfigurado sobre la cumbre del Tabor, que querían quedarse allí a vivir haciendo tres tiendas, una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. Pero Jesús les manda bajar de la montaña y seguir camino, un camino lleno de peligros y sufrimientos, hacia Jerusalén. Salir de la Iglesia en busca de las ovejas perdidas, para traerlas al redil de Cristo, es ahora y será siempre una tarea complicada. Pero es nuestra tarea, la tarea de Iglesia de Cristo hoy.  En este sentido, dice el Papa Francisco que debemos caminar los cristianos de hoy hacia esta Iglesia, hacia una Iglesia en salida.
2.- Cristo recibió del Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: “este es mi Hijo amado, mi predilecto”.  Esta carta, escrita por algún discípulo de san Pedro, es el escrito más tardío del Nuevo Testamento. El autor de la carta se dirige a unos cristianos que se tenían que enfrentar todos los días con doctrinas falsas –fábulas fantásticas- sobre la última venida de nuestro Señor Jesucristo y les pide que no se aparten de la verdadera doctrina, que se acuerden de las palabras del Padre que resonaron sobre el Tabor: este es mi hijo amado, mi predilecto.  Nosotros también vivimos hoy rodeados de falsas doctrinas, de materialismo anticristiano, y de una sociedad que es, en gran medida, agnóstica. Leamos con profundidad el evangelio de Jesús y hagamos el propósito firme de seguirle a él, porque sólo él es el Hijo amado, el predilecto del Padre, como acabamos de escuchar en el relato evangélico de este domingo, fiesta de la Transfiguración del Señor.
Gabriel González del Estal

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