16 septiembre 2017

Domingo 17 septiembre: PERDÓN, AMOR Y JUSTICIA


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Por Pedrojosé Ynaraja
1.- Os recuerdo, mis queridos jóvenes lectores, que siempre el sentido de la segunda lectura de la misa, no es de significado entrometido, respecto a las otras dos. Con frecuencia del Antiguo Testamento es la primera, evangélico siempre la tercera. No es de significado intruso, sino diferente. En el caso de este domingo, su extensión es minúscula, solo ocupa cuatro líneas. Pero el mensaje es profundo e impresionante. Pablo no dice que quiere realizarse, como tanto se oye desear hoy, o que vislumbra buenas salidas profesionales como tanto se ansía. Ninguno vive para sí. Vivimos y morimos de acuerdo con la vocación que se nos ofrece. Debemos vivir para el Señor, porque Él vivió y murió por nosotros antes de que naciéramos. Eso es todo.

2.- ¿Somos emprendedores o fieles seguidores a la llamada del Maestro? Frecuentemente se me aconseja o se me propone a mí, modos de vida que son ciertamente apetecibles, contesto que no es mi vocación. No hay manera, eso de vocación no está en su vocabulario. Pertenece a otro idioma, más importante que el inglés, pero desconocido para la mayoría de la gente. Y remacho el clavo, las llamadas de Dios nunca proponen anularse, serle fiel es asegurarse el triunfo eterno.
3.- El libro del Eclesiástico pertenece a los del género sapiencial. El texto de hoy ofrece sensatos consejos, propios de un viejo experimentado. Os aconsejo, mis queridos jóvenes lectores, que, si sois capaces, lo leáis con atención, imaginando que os la dirige vuestro abuelo, o vuestro padre que puede ser consciente de que su vida se está acabando y quiere regalar buenas orientaciones para la vida.
4.- El texto evangélico ofrece una enseñanza mediante una parábola muy expresiva. Mucho más para los oyentes directos que para la gente de hoy, de aquí que crea debo daros alguna explicación. Se hace alusión a dos monedas. En la primera parte del texto se nombra el talento. No se trata exactamente de una moneda. El talento era un peso, o una masa, de aproximadamente 27 kg de hoy. Es decir, en un platillo de la balanza se ponía la pieza y en el otro se iba poniendo la materia de la que se trataba. Os confío que solo he visto un talento. Se trataba de un bloque de piedra, sin ninguna característica especial, que un buen monje montserratino, P Ubach, encontró en tierras orientales y se la trajo para que al verla en el museo de su monasterio, pudiéramos hacernos una idea de lo que representaba en las transacciones comerciales de la época. Consultad el precio de la plata y traducirlo a la moneda que uséis habitualmente. Siempre diez mil por 27, es decir 270 000 kg de oro o plata, siempre, será una fortuna inmensa, una deuda insoportable. Es lo que debía el malhadado protagonista al amo.
5.- El denario esta sí era moneda acuñada. Su valor era el que le atribuía el momento. Su peso aproximado algo menos de 5 gr de plata, pero, por lo que sabemos por otra parábola, podía corresponder al jornal diario de un obrero no cualificado. Cien denarios, pues, multiplicad por cien el jornal base que marcan los gobiernos y aceptan los sindicatos, y veréis que no es una enormidad, ni mucho menos. El Maestro se expresaba así. Vuestro examen os lo deberéis hacer a vosotros mismos, buscando otras imágenes.
6.- Estos días el Papa por la Colombia que visita habla y escucha palabras de perdón. En el país se firmó la paz. La paz cívica, la que rubrican los políticos. Los testigos que se dirigen a él, le hablan de paz interior, que en su vida personal no abrigaban. Perdonar no es olvidar. Uno puede acordarse siempre de una ofensa y por más que quiera borrarla de su memoria, no conseguirlo. Lo importante no es desvanecer, lo fundamental es amar y obrar con cariño incluso con aquellos que han podido ofenderte.
No han escondido los colombianos su pecado, ni el Papa ha ignorado la historia de estos últimos cincuenta años de guerra. Estaba siempre presente en la mente de todos. Amor, paz, perdón y Fe. El testimonio que nos han dado de sus deseos, debemos recogerlo, aprenderlo y ponerlo en práctica nosotros.

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