12 octubre 2017

omingo 15 octubre: ¡NO SEAMOS AGUAFIESTAS! Por Javier Leoz

¿Es Dios un aguafiestas? Así rezaba, no hace mucho tiempo, un artículo sobre si merece la pena creer en Dios o si, por el contrario, impide disfrutar al hombre –de la vida- como él quisiera. Lo cierto es que, cuando nos empeñamos en prescindir de Dios, el gran banquete de la vida, se nos puede indigestar. Entre otras razones porque no sabemos qué alimentos verdaderos podemos comer, a qué mesas acudir o en qué puertas llamar.

1.- El Señor nos sigue llamando. Y no precisamente tres veces como el evangelio de este día nos narra. ¡Cien! ¡Mil! ¡Cien mil veces! Las veces que sean necesarias, como un padre que disfruta viéndose rodeado por sus hijos. Dios nos convoca. Lo hace con nombre y apellidos.


Cada silla en la eternidad, por si lo hemos olvidado, está reservada para cada uno de nosotros en particular. Ninguno somos imprescindibles pero, para Dios, todos somos necesarios. Cada lugar, y al hilo del evangelio del anterior domingo, está reservado para cada uno de nosotros. Nadie, en nombre nuestro, lo ha de ocupar.

Participar cada domingo en la eucaristía es comprender que, el Señor, nos da siempre todo lo que más necesitamos. Tal vez, aparentemente, no veamos los frutos de este agasajo. O, incluso, algunas de sus palabras nos puedan resultar un tanto “aguafiestas” para la gran vidorra que llevamos o pretendemos soñar. Pero, como San Pablo, conocedores de lo que somos y de aquello a lo que aspiramos ojala que seamos capaces de afirmar: Cristo lo es todo. Por ello mismo venimos puntuales a estos encuentros. Nos engalanamos de fiesta por fuera y preparamos el alma por dentro. Ante el Señor que nos invita sólo cabe una respuesta: ¡Cuenta conmigo, Señor!

2.- Un gran enemigo que en muchas ocasiones nos impide ser agradecidos con la invitación del Señor es el “factor tiempo” o el “factor ocupación”. Todos tenemos espacio para todo, menos para lo esencial. Y en algunos momentos, tan absorbidos por lo externo, podemos correr el riesgo de acudir a la cita con Dios con un traje inapropiado:

-Cuando llevamos una vida excesivamente cómoda y sin más referencia a Dios que nuestro estar bautizados

-Cuando descuidamos la caridad y pronunciamos aquello de “sálvese quien pueda”

-Cuando nos encerramos en nuestros propios intereses y olvidamos las heridas de los demás

-Cuando utilizamos y tallamos un Dios a nuestra medida y descafeinamos o desvirtuamos el Evangelio

3.- ¿A qué te invita el Señor? ¿Tal vez a ser sacerdote o catequista? ¿Consagrado o formar un ejemplar matrimonio cristiano? ¿A comprometerte más y mejor con la Iglesia, con tu parroquia, con tus sacerdotes…con las necesidades del lugar dónde vives? (…..) ¿Y vas a decir que no? ¿Otra vez que no?

4.- SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR

Porque necesito  disfrutar y sentir,

aun en medio de  tantas dificultades y penas

un momento de  dicha y de fiesta

de alegría y de  amistad

de plenitud, paz  y reconciliación conmigo mismo



SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR

Pero bañado con  el traje del amor

inundado con la  fuerza de tu presencia

calzado con el  espíritu de las bienaventuranzas



SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR

¿Me dejarás  compartir tu mesa, Señor?

Es tanto lo que  me falta para ser un perfecto invitado

Digo amor, y mis  obras se quedan en un vacío pregón

Pretendo la  justicia, y me busco a mí mismo

Añoro un mundo  nuevo, y lo pienso sin Ti

Trabajo por  sobrevivir, y no siempre lo hago mirando al cielo

¿Aún sigues  empeñado en invitarme, Señor?



SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR

Haz que, tu  convite, llegué al lugar donde yo pueda responder

A mi corazón,  para que sólo sea para Ti

A mi alma, para  que sienta que vives en mí

A mi caminar,  para que no me sienta sólo ni desamparado

A mi trabajo,  para que mis ocupaciones no me alejen de TI



SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR

Haz que, mis  palabras, suenen a fiesta de fe

Haz que, mis  pasos, no se alejen de tus caminos

Haz que, mi  semblante, sea agradecido por la fiesta convocada



SI ME INVITAS YO QUIERO IR… SEÑOR

Contigo, aquí en  la tierra, y un día…ojala en el cielo

Contigo, aquí en  el dolor, y un día…en el gozo eterno

Contigo, aquí en  las dudas, y un día…en la gran verdad que me espera

Contigo, aquí en  las sombras, y un día…ante el rostro del Padre.

Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario