28 noviembre 2017

I Domingo de Adviento: Moniciones 3


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Monición de entrada:

Hoy nos toca celebrar dos eventos importantes: el inicio del nuevo año litúrgico y el comienzo de la preparación para la llegada del Señor. Como cristianos, tenemos la oportunidad de fijarnos unos objetivos encaminados a la conversión y la salvación, utilizando la fe, el amor y la oración, para ganar la vida eterna.

Por otro lado en el adviento nos preparamos para el encuentro con nuestro Señor en actitud vigilante y reconociendo las faltas que nos separan de la gracia de Dios.
De pie para recibir al celebrante con mucha alegría.




Primera Lectura Isaías: 63, 16b-17: 64, 1.3b-8 (Ojalá rasgues el cielo, Señor, y bajes)

El profeta Isaías nos presenta a un pueblo, Israel, que reconoce sus pecados y asume su culpa por haber fallado a la promesa que hizo con Dios. Con mucha fuerza oran por la misericordia divina, para que el Señor vuelva a ellos y puedan nuevamente gozar de la gracia divina que les prometió a su regreso al final de los tiempos. Escuchemos con mucha atención.


Segunda Lectura: I Cor 1, 3-9 (Aguardamos la manifestación de nuestro Señor)

San Pablo nos saluda hoy de una manera muy particular. Desea que la paz y la gracia del Padre y el Hijo estén con nosotros. Esto sería suficiente para gozar de un hermoso día, pero el apóstol, llega más lejos y nos exhorta a dar testimonio de Cristo para mantenernos firme en la espera de su llegada. La invitación es para todos y Dios cumple su Palabra. Escuchemos


Tercera Lectura: Mar 13, 33-37 (Velen, pues nos saben cuando vendrá el dueño)

San Marcos, el evangelista de este nuevo año litúrgico, nos presenta la exhortación de Jesús a sus discípulos a mantenerse vigilantes porque no sabemos el día ni la hora de su regreso. Pero esta vigilancia no puede ser pasiva, nos requiere estar a la expectativa, en actitud de oración y trabajo incesante anunciando el reino de Dios. Que el mensaje de este evangelio te estimule a asumir una actitud de vigilancia para lograr la salvación. De pie para la aclamación al Evangelio.

    Exhortación Final

    (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 218)

    Bendito seas Señor Jesús, tú que vives por siempre,
    porque durante tu corta ausencia confías en nosotros
    y nos encomiendas la inmensa tarea de un amor vigilante
    que no echa la siesta cuando hay tanto que hacer en torno.

    Esperamos tu venida con actitud alegre y dinámica,
    sin ansiedad estéril ni expectación angustiosa.
    Ayúdanos a unir productivamente la esperanza y el esfuerzo
    para acelerar el día venturoso de la llegada de tu reino.

    No permitas, Señor, que se enfríe nuestro corazón,
    para que al llegar nos encuentres con las manos en la tarea
    de amasar un mundo mejor y el corazón ocupado en amar.

    Amén.

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