01 abril 2015

Viernes Santo: recursos

1. ALGÚN TEXTO de la Evangelii Gaudium (papa Francisco):
“Siempre me angustió la situación de los que son objeto de las diversas formas de trata de personas. Quisiera que se escuchara el grito de Dios preguntándonos a todos: «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9). ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿Dónde está ese que estás matando cada día en el taller clandestino, en la red de prostitución, en los niños que utilizas para mendicidad, en aquel que tiene que trabajar a escondidas porque no ha sido formalizado? No nos hagamos los distraídos. Hay mucho de complicidad. ¡La pregunta es para todos! En nuestras ciudades está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda” (211).
Los más débiles
“Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo. Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno. La sola razón es suficiente para reconocer el valor inviolable de cualquier vida humana, pero si además la miramos desde la fe, «toda violación de la dignidad personal del ser humano grita venganza delante de Dios y se configura como ofensa al Creador del hombre» (213)

2. UN POEMA
EL GRITO DE TODA LA HISTORIA
Dentro de tu grito en la cruz
caben todos nuestros gritos,
desde el primer llanto del niño
hasta el último quejido del moribundo.
Cuando la palabra es pequeña e incapaz
para expresar tanto dolor nuestro,
el cuerpo y el espíritu se unen
en este espasmo descoyuntado.
En tu grito de hombre comprometido
por la nueva justicia,
denuncias a los vientos de todas las épocas
los sufrimientos encerrados
en las salas de tortura clandestina
y los llantos ahogados en la intimidad
de corazones justos sin salida,
todos los atropellos contra minorías impotentes
y la explotación de hombres amordazados
por leyes, máquinas, amos y fusiles.

En tu grito oímos la protesta de Dios
contra todas las violaciones de sus hijos.
En ti grita el Espíritu crucificado
por los tribunales, sinagogas e imperios de los siglos
que quieren enmudecer el futuro libre y justo.
La rebeldía joven de América Latina,
las mayorías negras de Sudáfrica,
se unen a tu denuncia crucificada.
Dentro de tu grito lanzado al cielo
encomiendan su vida en las manos del Padre
todos los que se sienten abandonados
en un misterio incomprensible.
Desde el desconcierto lanzado como queja
de los que experimentaron tu amor alguna vez,
pero se sienten abandonados ahora,
y sólo en la lucha contigo esperan su salida,
desde todas las noches del espíritu,
llega hasta tus manos de Padre nuestro grito.
En ese grito tuyo último,
dolor de hombre y dolor de Dios,
inclinamos agotados la cabeza
y te entregamos el espíritu
cuando llegamos a nuestros límites,
donde se extinguen los esfuerzos y los días
y donde empezamos a resucitar contigo.
(Benjamín González Buelta, “La transparencia del barro”, Ed. Sal Terrae, Santander 1989, págs. 38-39)
3. UNA CANCIÓN:
“Me das con tus heridas” (Teresianas. Álbum “Todo vuelve a ser posible”)
Me das con tus heridas la prueba de tu muerte
y quieres con mi muerte que yo viva el amor.
Me das con tus heridas tu Carne hecha pan vivo
y quieres que en mi carne me entregue como don.
Me das con tus heridas certeza y cercanía.
Mi fe sepa encontrarte Amor en el dolor.
Me das con tus heridas la Vida que no muere,
que venza en mí a la muerte y ahuyente en mí el temor.
Me das con tus heridas tu entrega y tu ternura.
Que en mí sea el silencio Presencia y Comunión.
Me das con tus heridas razones y esperanza
de ser para el hermano don de liberación.
Me das con tus heridas la Fuente que me sacia
de vida en abundancia, de amor y de perdón.
Me das con tus heridas tu Historia en mí presente,
Jesús, viva tu suerte hecha canto y pasión
¡GLORIA A TI, MI SEÑOR! AMÉN.

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