28 octubre 2015

Domingo 1 noviembre: Recursos

LOS CRISTIANOS HOY DEBEMOS APRENDER A… SER FELICES
SENTIDO DEL APRENDIZAJE
Hoy nuestra celebración se hace memoria de todos aquellos que nos enseñaron a ser felices con la felicidad de las bienaventuranzas. Porque no otra cosa es ser “santos”, como nos dice el evangelio: “dichosos” y “bienaventurados”. No se trata de grandes genios de la santidad, como nos recordaba el santo papa Juan Pablo II, sino de hombres y mujeres que supieron estar a la altura de su bautismo en las circunstan- cias concretas de la época que les tocó vivir. Junto a ellos celebramos hoy a todos nuestros seres queridos, y nuestros antepasados, que nos aportaron muchas de las cosas que hoy vivimos: ellos han ido creando la “historia de la Iglesia” con sus granitos de arena, desde un san Tarsicio a un san Juan XXIII, pasando por nuestros padres y abuelos, y tantos compañeros y compañeras de camino que nos transmitieron la fe y nos dieron testimonio de vida. Ellos nos han abierto caminos insospechados, personales y colectivos o comunitarios, a nosotros mismos y a la sociedad en la que estamos y con la que vamos caminando.

UN TEXTO
«Pensamos que hemos alcanzado la verdadera felicidad cuando creernos tenerlo todo controlado; si aseguramos el coche, la casa, la familia; cuando nuestra cuenta del banco crece en progresión geométrica; si asciendo en mi vida profesional, aunque tenga que pasar por encima de alguien menos capacitado o ambicioso; si me monto en el carro del statu quo y no me complico la vida en cuanto a temas sociales, políticos, ideológicos, religiosos; cuando mi solidaridad se reduce a dar limosna ante cualquier catástrofe natural… Y así vamos sobreviviendo, creyendo que somos plenamente felices, cuando nos acostumbramos a estos sucedáneo s de felicidad.
Pero la auténtica felicidad, la que nos llena, la que nos hace crecer como personas, es otra muy diferente. Aunque no sea aceptada socialmente. Porque es cara y cuesta conseguida. Porque no es la que nos presentan entre luces y cuerpos esculturales los anuncios y los programas-basura. La barata, la que se encuentra en las tiendas de libros de autoayuda, se adquiere con suma facilidad.
La legítima felicidad se adquiere cuando uno se ríe de sí mismo, de sus éxitos, de sus cualidades, de su sabiduría; cuando no nos llenamos de vanagloria con nuestros éxitos, ni cuando nos dejamos abatir por los problemas, los sufrimientos, los pequeños achaques diarios; muy al contrario, sabemos ser agradecidos, aprendemos de las cosas positivas de la vida y, sobre todo, de las negativas.
Como dice Tolstoi, la auténtica felicidad se hace presente en nuestra vida, cuando salimos de nuestro yo egoísta, nos descentramos y volvemos nuestro rostro, nuestras manos y nuestro corazón hacia el otro. En el servicio, la entrega y la felicidad de los demás encontramos el generoso regalo de la nuestra, que nos envuelve como un traje nuevo.
La felicidad se contagia cuando se celebra la amistad, la vida en familia, las buenas noticias de los compañeros de trabajo, los éxitos de las luchas de los empobrecidos y marginados. Y también cuando las cosas no han ido muy bien y cubrimos con un abrazo la pesadumbre de unos y otros, hasta que va pasando el dolor de la herida abierta.
Somos de verdad felices cuando nos despertamos con una sonrisa en los labios, si sabemos disfrutar de nuestra melodía interior y nunca nos encontramos solos; si derrochamos a nuestro alrededor solidaridad, cariño y simpatía a raudales»
Miguel Ángel Mesa Bouzas (“Espiritualidad en tiempos de crisis”, DDB, Bilbao 2014, pp. 90-91)
UNA CANCIÓN
Las personas que nos han precedido nos han dado lecciones de vida, de sentido y de felicidad. No tiraron la toalla. Caminaron y su vida una continua canción llena de lucha, alegría y esperanza. Que su canto no cese. Tenemos que continuarlo nosotros hasta llegar a la utopía del Reino, todo juntos, en la armonía final.
“Canta, compañero” (Teresa Parodi): https://www.youtube.com/watch?v=os8Yfpk1u6Y
Canta compañero,
que alumbrando está el lucero
y la esperanza va
por lo más pequeño
de la vida, va latiendo,
la esperanza va.
Canta compañero, no te quedes sin el fuego.
Vamos, canta compañero, no dejes de cantar.
Cuando todo se derrumba
y te quedas en penumbra,
no dejes de cantar.
Canta para darte
lo que falta de coraje
y no te rendirás.
No les entreguemos
la alegría, compañero.
Que no crean jamás
que nos han dejado
sin los sueños que soñamos,
porque no es verdad.
Porque el canto brota
de la vida, el canto brota
para acompañar.
Dulcemente arrima
los recuerdos que iluminan,
no dejes de cantar

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