16 diciembre 2015

Moniciones, IV Domingo de Adviento



LA CORONA DE ADVIENTO

La corona de Adviento es la fórmula más habitual y más sencilla de ir iniciando los domingos de Adviento. Y nuestras moniciones como, en otros años, irán reflejando ese hecho. La corona de Adviento tiene cuatro velas de colores diferentes y cada domingo de Adviento se enciende una. En el caso del primer domingo se encenderá la primera y las demás quedarán apagadas. Cuando lleguemos al segundo domingo de Adviento, antes de iniciarse la Eucaristía, ya estará encendida la vela del domingo anterior y, por tanto, se encenderá la segunda. Haremos lo mismo con la tercera y la cuarta. En caso de la tercera, iniciaremos la celebración con las dos velas anteriores ya encendidas y prenderemos la tercera. Para la cuarta, antes de comenzar ya estarán encendidas las tres y completaremos la corona con la cuarta vela encendida.

OTRAS POSIBILIDADES

Pueden presentarse, delante del altar, cuatro cirios grandes, también de colores, situados sobre una pequeña escalera que los sitúe a diferentes alturas. Esa escalera o estructura puede cubrirse con un paño del color morado típico del Adviento. La más baja será la del primer domingo y la más alta la correspondiente al cuarto. Se encenderán de la misma forma.

Otra fórmula interesante es colocar un “misterio”, un gran portal de Belén. Puede servir el que se vaya a destinar después al Nacimiento. Y se irán poniendo imágenes distintas de manera sucesiva. Al estar el portal vacío, la primera colocación puede ser la del pesebre –la cunita—vacía. Más adelante, en el segundo, se completa con los animales. El tercero con los pastores y San José. El cuarto colocar la imagen orante de la Virgen María manteniendo el pesebre vacío pues todavía no ha nacido el Señor.

El uso de las moniciones es parecido y similar a lo que se cita en el caso de las velas. Y en lugar de decir, por ejemplo, “al encender esta vela” pues se cambia por “al colocar esta figura de…”




BENDICIÓN DEL CUARTO CIRIO

Señor Jesucristo,

nos prometes y nos garantizas tu proximidad y presencia constantes

para que la vida y la paz rebosen generosamente entre nosotros.

Tú estás con nosotros y nos alegramos con María,

bendita entre las mujeres porque fue escogida por el Padre

para llevar a cabo su plan de salvación de la humanidad

proyectado desde la eternidad y manifestado y cumplido ahora en Ti.

Al encender estas cuatro velas,

queremos expresar nuestra disponibilidad a que el Espíritu Santo

nos cubra con su sombra y actúe en nosotros, como en María,

para que el Padre, alfarero del hombre, transforme nuestra arcilla 

en obra de sus manos.



(Se acerca una persona y enciende el cuarto cirio)

Canto: ¡Ven, ven Señor no tardes! (Otro canto apropiado)



MONICIÓN DE ENTRADA

Recibid nuestra más cordial y alegre bienvenida a la Eucaristía. Este es el último domingo de Adviento. Se cumple, hoy, la devoción de la corona de Adviento que hemos ido celebrando todo este tiempo. Hemos encendido, pues, la cuarta vela. Y eso nos hace saber que quedan pocos días para que el Señor venga. En la noche del próximo jueves celebraremos la Nochebuena y el viernes, día 25, amaneceremos con la luz poderosa de ese Dios Niño que ha nacido entre nosotros. Ya nos queda muy poco de espera. Pero estemos muy atentos a la llegada del Salvador y tomemos la decisión de mejorar, definitivamente, nuestra vida. El Señor viene ya muy pronto. ¡Ven, Señor Jesús!



MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- La profecía de Miqueas –que es nuestra primera lectura-- señala a Belén como el lugar del nacimiento de Mesías. Y en todas las alusiones al Mesías dicho texto era fundamental. Incluso cuando Herodes, ante la demanda de los Magos, pregunta a sus doctores,éstos le dan testimonio con Miqueas. Todos, hoy, esperamos en el gran acontecimiento de Belén.

S.- Con este salmo, el 79, el pueblo de Israel le pedía a Dios que restaurase el Reino de Salomón con todo su esplendor y la viña es simbología de la familia. Para nosotros es un canto de esperanza ante la proximidad de la llegada del Señor Jesús.

2.- El autor de la Carta a los Hebreos da noticia profunda de Cristo. Es todo un tratado de cristología. Y así nos dice que la vida de Jesús es, desde el comienzo, ofrenda permanente de Cristo como servicio al Padre, en el plan concreto de la salvación.

3.- El evangelio de Lucas nos narra la escena memorable, bellísima y llena de significado como es la visita de María a su primera Isabel, en la montaña de Judea. Y como Isabel exclama su admiración ante la Madre del Señor. El Niño –el futuro Juan Bautista—también salto de gozo en el seno en la proximidad de María. Escuchemos con mucha atención.

Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Ya muy cerca de la Natividad del Señor, en este Cuarto Domingo de Adviento, Javier Leoz nos ofrece esta maravillosa plegaria para los momentos finales de nuestra Eucaristía



QUÉ… ¿QUÉ SOY, SEÑOR?

Algo bueno debo de tener y,  por eso mismo Jesús,

con Santa Isabel, digo y  grito: ¡Bendita la Madre de Dios!

Esa Madre que, aun sabiendo  de mi frialdad e indiferencia,

se digna visitarme para  caldear la morada de mi corazón

para abrir las compuertas de  mi conciencia

para ayudarme a descubrir  que, Tú, eres el gran regalo de la Navidad.

Sólo sé, Señor, una cosa:

que me quieres… y que tu  amor me hace sentir algo insuperable:

que te debo de importar  mucho, cuando por mí, tanto haces.

Gracias, amigo y Señor.      

Exhortación de despedida

Salgamos muy felices del templo. La semana que empezados es grande, muy grande… El jueves Nochebuena y el Viernes Navidad

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