20 enero 2016

Domingo 24 enero: Moniciones 1



MONICIÓN DE ENTRADA

Sed todos bienvenidos a la Eucaristía. Comenzábamos el lunes pasado la primera fase del Tiempo Ordinario que nos llevará hasta el 13 de febrero-- Miércoles de Ceniza--en que iniciaremos la Cuaresma. Hoy, en este Segundo Domingo del Tiempo Ordinario vamos a asistir al primer milagro de la vida pública de Jesús de Nazaret. A petición de su Madre, María, transforma 600 litros de agua en vino de excelente calidad. A los novios se les agotaba el vino para agasajar a sus invitados y la Virgen quiso evitarles esa vergüenza. Es un comienzo muy singular por parte de Jesús... en una boda, una celebración llena de alegría y esperanza. Por otro lado, Pablo nos va a hablar del Espíritu Santo, el gran inspirador de toda acción religiosa. Y esta semana también, el viernes, 18, comenzábamos el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. El Espíritu ha de estar con nosotros para conseguir lo que Cristo siempre nos pidió: que todos sus seguidores fuéramos uno en el amor… Hoy es, asimismo, la Jornada Mundial de las Migraciones. Las migraciones –emigrantes e inmigrantes— están muy presentes en nuestra vida actual. Demos la importancia que tiene dicha celebración pontificia y ayudemos con nuestra oración y nuestro apoyo material a un fin muy actual y muy notable.




MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- El profeta Isaías en la primera lectura nos desvela una profecía muy singular para nosotros: el Mesías es presentado como el Esposo de Israel que traería la paz y la alegría a su pueblo. Y como seguiremos viendo todas las lecturas de hoy tienen ese contenido especial de matrimonio, de esponsales entre Dios y su pueblo.

S.- El salmo 95 tenía para el pueblo judío la idea de un Dios único y portador de toda la fuerza. Y era el pueblo de Israel quien debía de comunicar a todos los demás pueblo esa realidad importante y alegre. Esta idea de Dios como rey universal llega hasta nosotros y por eso le cantamos y le festejamos.

2.- La lectura de la Primera Carta de San Pablo a los fieles de Corinto nos acompañará hasta el domingo quinto de este primer tramo del tiempo ordinario, como segunda lectura de nuestras eucaristías. Refiere los diferentes dones y carismas que el Espíritu Santo otorga a los fieles para vivir mejor y ser más felices puestos todos en presencia de Dios.

3.- Jesús de Nazaret inicia su misión en una boda, por indicación de su Madre, la Virgen María y convirtiendo considerables cantidades de agua en un vino excelente. No puede haber principio más bello y alegre. El episodio de las Bodas de Caná merece toda nuestra atención al escucharlo y reflexionar, después, en él por su significado y matices.

Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Ya muy cerca de la Natividad del Señor, en este Cuarto Domingo de Adviento, Javier Leoz nos ofrece esta maravillosa plegaria para los momentos finales de nuestra Eucaristía



JOPQUÉ… ¿QUÉ SOY, SEÑOR?

Algo bueno debo de tener y,  por eso mismo Jesús,

con Santa Isabel, digo y  grito: ¡Bendita la Madre de Dios!

Esa Madre que, aun sabiendo  de mi frialdad e indiferencia,

se digna visitarme para  caldear la morada de mi corazón

para abrir las compuertas de  mi conciencia

para ayudarme a descubrir  que, Tú, eres el gran regalo de la Navidad.

Sólo sé, Señor, una cosa:

que me quieres… y que tu  amor me hace sentir algo insuperable:

que te debo de importar  mucho, cuando por mí, tanto haces.

Gracias, amigo y Señor.      

Exhortación de despedida

Una boda es siempre motivo de alegría. Y Jesús hizo un prodigio –trasformar 600 litros de agua en otro tanto de vino bueno—que evitó la tristeza o el desencanto de los novios. Salgamos con alegría del templo, que siempre hay motivos para alegrarse, a pesar de las dificultades.

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