04 enero 2016

Mt 2, 1-12 (Evangelio Epifanía del Señor)

Los magos simbolizan la élite del mundo pagano que se acerca a Jesús guiados por una estrella (ver Num 24,17) que les va a conducir ante el Mesías recién nacido. La astrología se pone así al servicio de la misión dirigida a los paganos. En su camino llegan a Jerusalén donde la estrella se ausenta. Así surge la pregunta: «¿Dónde está el rey de los judíos?» (v.2). La cuestión de los magos es a la vez un recuerdo de que Jesús era para la comunidad mateana el heredero de las promesas de David y, a la vez, una pre guración del relato de la pasión en la que Jesús será crucificado como «rey de los judíos» (27,11.29.37). El propósito de los magos suscita una oposición en Herodes quien descubre la existencia de un contrincante a su reinado. Herodes actúa como el faraón con respecto a Moisés (el relato del nacimiento de Moisés es el modelo literario que utiliza Mateo para contarnos la infancia de Jesús), lo que le llevará a la matanza de los inocentes para eliminar a su rival (2,16-18; ver Gn 1,15-22). Vemos así cómo la hostilidad hacia Jesús se hace ya presente desde el comienzo de su vida. Los sabios de Herodes son excelentes biblistas que saben dónde tiene que nacer el Mesías (v4-6): es en Belén como anunció el profeta Miqueas (combinado aquí con 2 Sam 5,2). La exactitud de su respuesta contrasta con su inmovilidad, índice de su incredulidad, que no les lleva a ir a encontrar el Mesías de Belén. Una vez que los magos parten de Jerusalén reaparece la estrella (v.9) quien finalmente guía a los magos a la casa de Belén donde estaba el niño. Es allí donde «cayendo de rodillas, lo adoraron» (v.11), pre gurando así la fe de los paganos que estaban empezando a ser mayoría en las comunidades mateanas (Mt 8,5- 12; 15,21-28). Los dones que le ofrecen (v.11) son una alusión a la peregrinación escatológica de las naciones que llevarían a Sión su mejores frutos (Is 60,1-7). Este episodio encuentra un eco al final de Mt 28,16-20, donde Cristo envía a sus discípulos a todas las naciones del mundo. El mesianismo de Jesús no se limita, pues, a las fronteras de Israel, sino que pretende ser predicado y encarnado en todas las naciones y todas las culturas. Y esta es la gran revelación de la esta de la Epifanía.
Luis Fernando García-Viana

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