13 marzo 2016

Domingo de Ramos: Guión 2

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (Ciclo C)

1.    Jerusalén: Lugar de Sufrimiento y de Triunfo
2.    Y la Pasión Continúa

Nota: Tengan en cuenta que en el Domingo de Ramos hay presente normalmente un buen número de fieles,  que no suelen ir a la iglesia los domingos. Este es un incentivo para procurar que la liturgia “hable bien” de Dios, por medio de símbolos, textos sencillos, y canciones en las que el pueblo puede participar con facilidad.

I.    BENDICIÓN DE LAS PALMAS Y PROCESIÓN

Introducción  por el Celebrante (Dos Opciones)

1.  Jerusalén: Lugar de Sufrimiento y de Triunfo
Sabemos, por la escuela de la vida, que no todos los días son días de alegría y embeleso:  Hay también días oscuros y deprimentes, de sufrimiento, de frustraciones y fracasos. Pero hoy, Domingo de Ramos “de la Pasión del Señor”, se nos dice en términos bien claros que ésta fue la suerte libremente aceptada, nada menos que de Jesús mismo.  Primero lo vemos el domingo, aclamado en un  pequeño triunfo, pero enseguida escuchamos cómo le conducen a la muerte. Dentro de una semana, en la Noche de Pascua, oiremos el pregón pascual proclamando con claridad y énfasis que su muerte le condujo al triunfo de su propia resurrección; oiremos también sobre el perdón y la vida que él nos trae. Hoy nos unimos a nuestro Señor en su triunfo  y en su pasión y muerte,  y  le pedimos que transforme nuestra vida y nuestra muerte y las haga tan aceptables y tan cargadas de sentido como la suya.

2.  Y la Pasión Continúa
Hoy, y durante toda la Semana Santa,  nuestra atención se concentra en los sufrimientos que nuestro Señor soportó por nosotros y cómo esos sufrimientos condujeron a su resurrección y a nuestro salir del pecado y del mal, y finalmente de la muerte. Pero tenemos también muy presente que Jesús sigue sufriendo hoy en su cuerpo, es decir, en los que son víctimas de injusticia, de pobreza y penuria, traición, persecución. Roguemos por ellos para que se alcen con el Señor, y para que nosotros les ayudemos  a levantarse.

Oración de la Bendición de los Ramos
Oh Dios de toda vida: 
Venimos hoy ante ti con ramos verdes, 
símbolos de vida y juventud, 
y símbolos de Jesús, 
que se llamó a sí mismo “árbol verde”.
Bendícenos, y bendice (+) estos ramos 
que portamos en nuestras manos.
Que estos pequeñas ramas y hojas 
aclamen a Cristo como a nuestro Señor, 
que nos trae plenitud de vida,
aun cuando tengamos que caminar con él
por el difícil camino del sufrimiento y de la muerte
hacia la victoria final.
Te lo pedimos por medio del mismo Jesucristo 
nuestro Señor, que vive y reina 
por los siglos de los siglos.
(El sacerdote rocía los ramos en silencio)

Evangelio de la Bendición de Ramos (Lc 19,28-40): Bendito el que viene en nombre del Señor.
El pueblo aclama a Jesús, pero a  los pocos días, durante su juicio, gritarán: “¡Crucifícalo, crucifícalo!”.  ¿De qué lado estamos nosotros?

Se puede tener una breve homilía. Después el sacerdote o el ministro invita al pueblo a la procesión: 

Y ahora, con los discípulos
y con el pueblo de Jerusalén,
aclamamos a Jesús con alegría 
como nuestro Señor y Salvador.
Nosotros le seguimos, 
agitando nuestros ramos.

II.    LA EUCARISTÍA

Canción: El canto de procesión sirve también de Canto de Entrada. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote recita inmediatamente la Oración Colecta. Solamente si no hay procesión o entrada solemne, se dice el acostumbrado Acto Penitencial y Señor Ten Piedad, según el misal.

Oración Colecta
Oremos para que sepamos seguir a Jesús
en su camino de cruz, servicio y amor.
        (Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro:
Por medio de Jesús, tu Hijo, nos has mostrado
que el camino que conduce a la victoria
es el camino del servicio amoroso
y la disposición interior 
para pagar el precio del sacrificio
por un amor fiel e inquebrantable.
Danos la mentalidad y la actitud de Jesús,
para que aprendamos a servir con él
y a amar, sin contar el precio, y sin medida.
Y que así lleguemos a ser victoriosos con él,  
Jesús Resucitado, que es Señor nuestro 
por los siglos de los siglos.

Primera Lectura (Is 50,4-7): Dios Vendrá en Mi Ayuda
El Siervo de Dios, Sufriente, permanece fiel a su misión incluso cuando es perseguido, ya que confía plenamente en Dios.

Segunda Lectura (Plp 2,6-11): Jesús se Humilló a Sí Mismo y así Llegó a Ser Señor Nuestro
El Hijo de Dios se humilló a sí mismo para hacerse uno de nosotros y para servirnos. Por eso Dios lo resucitó y le hizo Señor de todo.

Proclamación de la Pasión  (Lc 22,14 – 23,56): Sufrimiento y Muerte de Jesús
En la pasión, Lucas presenta a Jesús como el que vino a buscar y salvar lo que estaba perdido. Ofrece la misericordia de Dios al pueblo de hoy.

Oración de los Fieles
Con Jesús rogamos y sufrimos para que todos encontremos perdón y vida. Y así decimos:  R/ Señor, salva a tu pueblo.

-    Señor Jesús, Salvador nuestro, mientras nos unimos a tu agonía y sufrimos contigo, te rogamos por todos los que hoy estén agonizando en ansiedad y en dolor, y así te decimos:      R/ Señor, salva a tu pueblo.

-    Señor Jesús, arrestado como un criminal, te rogamos por todos los que sufren condena en las cárceles, y así te decimos:  R/ Señor, salva a tu pueblo.

-    Señor Jesús, negado y abandonado por tus mejores amigos, te rogamos por los que son ignorados y están abandonados por sus seres queridos, y así te decimos:   R/ Señor, salva a tu pueblo.

-    Señor Jesús, citado ante jueces injustos e injustamente condenado, te pedimos por todos los que sufren injusticia, especialmente en tribunales corruptos, y así decimos:  R/ Señor, salva a tu pueblo.

-    Señor Jesús, azotado y coronado de espinas, te pedimos por todos los que son torturados y despreciados en su dignidad humana, y así te decimos: R/ Señor, salva a tu pueblo.

-    Señor Jesús, que cargaste una pesada cruz,  te rogamos por los que no saben cómo soportar las cruces y aflicciones de la vida, y así te decimos:  R/ Señor, salva a tu pueblo.

-    Señor Jesús, que mueres abandonado en la cruz, te pedimos por todos los que se encuentran rechazados, abandonados y solos en la vida, y así te decimos:  R/ Señor, salva a tu pueblo.

-    Señor Jesús, resucitado de entre los muertos, te pedimos que por tu resurrección nos traigas a todos vida, alegría de vivir y paz, y que un día nos resucites contigo, y así te decimos:  R/ Señor, salva a tu pueblo.

Señor Jesús crucificado, escucha nuestra oración. Danos aquí ahora el pan de la resurrección y de la vida. Transforma nuestros caminos oscuros y tortuosos de cruz en amplias avenidas de luz, vida y alegría. Quédate con nosotros, por los siglos de los siglos.

Oración Sobre las Ofrendas
Oh Padre amoroso
En la víspera de su muerte, 
Jesús se dio a sí mismo a sus amigos 
en la forma de pan y vino,
como lo hace con frecuencia 
aquí entre nosotros, en la eucaristía.
Danos un corazón agradecido por toda su bondad
y haznos lo bastante fuertes
para entregarnos generosamente, con él,
a todos los hermanos 
que nos encontremos en el camino de la vida.
Que esta ofrenda nos traiga reconciliación
con nuestros hermanos y contigo. 
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.

Introducción a la Plegaria Eucarística
La cruz y muerte de Jesús nos trajo perdón y vida. Él murió para que nosotros vivamos. Con Jesús, le damos gracias ahora al Padre por su amor.

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todo pecado y de todo mal.
Por tu misericordia, da amor y esperanza
a los marginados y abandonados
y a los que están sufriendo angustiosamente
a causa de sus cruces.
Condúcenos a todos hacia adelante con esperanza
hacia la venida plena entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Cordero de Dios, que dijo:
”Quien quiera ser grande entre ustedes, 
tiene que ser el servidor de todos,
como yo, que vine no a ser servido sino a servir,
y dar mi vida en rescate por muchos”. 
Dichosos nosotros si seguimos al Señor.

R/ Señor, no soy digno

Oración después de la Comunión
Oh Padre bondadoso: 
En esta eucaristía del Domingo de Ramos,
tu Hijo Jesús se nos ha dado a sí mismo
como se dio un día totalmente en la cruz.
Queremos aprender de él 
a guardar viva nuestra esperanza en ti, 
y a continuar caminando adelante animosos 
por nuestro camino en la vida
incluso desconociendo qué nos deparará el futuro
o cuándo tendremos que cargar pesadas cruces;
porque confiamos en ti, 
y sabemos que un día resucitaremos, 
por encima de nuestras miserias,
a una vida de alegría sin fin,
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos:  Hemos percibido hoy en Jesús cómo el amor a Dios y el amor al prójimo van de la mano, son inseparables. El amor de Jesús al Padre le obligó a ir hasta el fin en su amor a nosotros. Murió por llevar a cabo esa misión. Y en su muerte todos hemos renacido. Que este pensamiento nos guíe durante esta Semana Santa e inspire también toda nuestra vida cristiana:
Jesús es el Maestro y el Señor, y nosotros le seguimos.
Que él nos dé fuerza para seguirle.
Para ello, la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

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