Puede que, muchas veces, pensemos que el trabajo que merece le pena es aquel que se ve y se gratifica. Puede incluso, que en algunos momentos, pensemos que lo invisible a los ojos del mundo no tiene sentido llevarlo a cabo. Pero, los planes del Señor, son siempre distintos a nuestros planes y su forma de trabajar, pensar y valorar es muy distinta a la nuestra: nosotros nos quedamos en la apariencia y El… baja al corazón de cada persona.
1.- En la viña del Señor, su Iglesia, hay trabajo para todos. Pobres que necesitan atención, catequistas que exigen formación, enfermos que nos reclaman una visita, personas encerradas en la soledad que nos piden un poco de nuestro tiempo. ¡Vete a esa viña! Nos dice Jesús: a ese trozo de tierra en el que, la Iglesia, ofrece lo mejor de sí misma: el Evangelio. A esa persona que necesita un poco de cariño o a esas situaciones en las que, por no ser recompensadas, siempre hay huecos libres que nadie quiere. ¡Vete a esa viña, mi viña, nos dice Jesús!
Querer a Jesús no resulta difícil pero querer lo que Él quiere o cuidar lo que el cuidó…no siempre es gratificante. En cuántos momentos preferimos que, el tren del servicio o de la disponibilidad, pase de largo de nuestra casa. En cuantos instantes en vez presentarnos puntuales ante cualquier necesidad que nos reclama la Iglesia, preferimos no meter excesivo ruido por miedo al “qué dirán” o, simplemente, porque no son puestos de cierta relevancia.
2.- ¿Cómo podemos trabajar en la viña del Señor? ¿Con qué utensilios? La oración que riega lo que se siembra; la constancia en nuestro testimonio cristiano; la limosna al necesitado; la escucha atenta y meditada de la Palabra del Señor…son arados que nos ayudan a cultivar esa inmensa viña del Señor que es su Iglesia y, de paso, esa porción de tierra que es el corazón o el alma de cada uno. ¿Puede hacer algo más por cada uno de nosotros Jesús? ¿Por qué tanta resistencia para ir donde Él nos envíe? ¿Por qué los primeros, cuando ciertos señores de este mundo, nos piden colaboración y, en cambio, los últimos cuando se trata de asuntos divinos?
4.- Cristo, por si no lo sabes, te necesita. Nos necesita. Si en algunos lugares hay carencia de cariño y de justicia, escasez de libertad o de alimentos…no es porque Dios no quiere o no puede llegar: es porque, nuestras manos, se han conformado con estar pendientes exclusivamente de nuestras necesidades (y sus manos no olvidemos, son las nuestras); es porque nuestros pies se han cansado de acompañar al triste, al agobiado, al deprimido o al que ya no cree (y no olvidemos que los pies de Cristo avanzan con los nuestros); es porque, nuestros corazones, se han quedado tan encerrados en nuestro pecho que son incapaces de ser sensibles a otros mundos, a otras personas (y no olvidemos que el corazón de Cristo actúa por el nuestro).
5.- Cristo nos necesita. ¡Vayamos! Sacudámonos la pereza en este inicio del curso. No miremos quién vale más o qué trabajo es considerado como menos. No juzguemos a quién la suerte le acompaña o a quien la desgracia le impide llevar a cabo sus proyectos. Lo importante es que, el Señor, de nuevo nos envía a su Iglesia, a su viña. Decidámonos de una vez por todas.
¿Recompensa? ¿Salario? ¡Lo que ningún empresario ni magnate nos puede ofrecer en la tierra! ¡La vida eterna! ¿Y aún queremos más?
6.- NO ME OLVIDES, SEÑOR
En el amanecer de cada día pronunciar mi nombre,
enviarme, como si fuera la primera vez,
a sembrar ilusiones en los senderos espinosos
a llevar esperanza, donde gime el hombre perdido.
NO ME OLVIDES, SEÑOR
Y, si no te escucho,
manda el aliento de tu Santo Espíritu
para que, ajustándome con salario divino
-ser feliz haciendo lo que yo hago-
y nunca me canse de trabajar con el arado de mis manos
la divina hacienda o tierra que me confías.
NO ME OLVIDES, SEÑOR
Si me destinas a formar una familia,
que sea responsable en su crecimiento humano y espiritual
Si te fijas en mí para proclamar tu Palabra
que lo haga de una forma nítida y sensata
Si me llamas para ejercer la caridad,
que no me fije en aquello que doy… ni en lo que dejo atrás
NO ME OLVIDES, SEÑOR
¡Tengo tanto miedo de no ser tu asalariado!
¡Tengo tanto temor de que no cuentes conmigo!
¡Tengo tantas dudas de si estoy trabajando tu viña
o si, por el contrario, estoy trabajando mi terreno!
NO ME OLVIDES, SEÑOR
No pases de largo y si me ves reticente
empújame con el auxilio de tu Gracia
Sorpréndeme con nuevos proyectos e ilusiones
Levántame cuando, bajo las cepas de tu viña,
vea que no producen o verdean el fruto deseado
¡NO ME OLVIDES, SEÑOR!
Y, si no acierto a la hora de podar tu viña; perdóname
Y, si exijo algo que no es mío; que recupere la paz
Y, si las tormentas se desatan; dame un poco de calma
¡NO ME OLVIDES, SEÑOR!
Que, hoy más que nunca, quiero ir a tu viña
Porque, entre otras cosas, trabajando para Ti y contigo
es el mejor salario que jamás haya recibido
A lo dicho, Señor…
No pases de largo…
Quiero trabajar contigo
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario