Nuevamente, a través de otra parábola, Cristo habla con los escribas y sacerdotes para hacerles ver, errores que hay cometido al no escuchar a Dios. Les hace reflexionar que en más de una ocasión rechazaron su invitación a seguirle ya sea a través de los profetas o del propio Cristo, actuando igual que los invitados que rechazaron asistir al banquete de bodas. Por eso, Dios buscará otros pueblos que sí acepten su llamado a llegar al Cielo.
¡Todos estamos invitados al Gran Banquete de Nuestro Padre!
Sin embargo, igual que los primeros invitados de la Parábola, muchos no queremos acudir a su invitación porque tenemos otros asuntos “importantes” que atender que nos impiden dedicarle tiempo a Dios, arrepentirnos de nuestros pecados y con una conciencia limpia, acercarnos a Él.
Otros en cambio, sí aceptarán su llamado y con un esfuerzo diario por corregir sus fallas para que su vida sea una obra de amor, buscarán “vestirse con sus mejores ropas” para poder entrar al Gran Banquete Celestial y disfrutar de la presencia de Dios eternamente.
En el Cielo, Dios se fijará que nadie entre sin “traje de fiesta”, es decir, sin haber hecho buenas obras de amor en su vida.
¿Qué tan seguido acudo a la confesión para limpiar mi alma y acercarme al banquete de Diso en la tierra: la Eucaristía?
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